Las exportaciones de minerales y productos agropecuarios no tradicionales son las que más han crecido en el Perú del último cuarto de siglo. ¿Cuáles son los factores que explican el avance de estos sectores? ¿Pueden esas experiencias ser replicadas?

El desempeño económico de nuestro país depende de tres factores: el modelo de desarrollo, la gestión macroeconómica y el contexto internacional. En la coyuntura actual, no hay condiciones para hacer cambios en el modelo de desarrollo ni para políticas macroeconómicas expansivas.

A la modificación del modelo de desarrollo se le llama reforma estructural. Esta es un cambio profundo en la organización económica de un país: liberalización o control radical de las importaciones, liberalización o control sustancial del mercado de trabajo, privatización o estatización de empresas estatales, etc. Estas reformas, estirando la hipótesis de Daron Acemoglu sobre los cambios institucionales, se dan solo en “coyunturas críticas”: guerras, golpes de estado, periodos de hambruna, crisis económicas muy severas, etc.
Con esta definición, solo han habido dos reformas estructurales en el último medio siglo: la de Velasco en 1968 y la de Fujimori en 1991. Las dos se dieron en “coyunturas críticas”, que no existen hoy, por lo que no es posible cambiar el “modelo neoliberal”.

Tampoco existen condiciones para hacer política macroeconómica expansiva. Como la producción está creciendo cerca de su potencial, lo que corresponde es una política macroeconómica neutral. El Banco Central de Reserva del Perú debe mantener fija la tasa de interés y el Ministerio de Economía y Finanzas debe procurar un impulso fiscal nulo.

Por otro lado, el contexto externo actual es muy bueno para el Perú. Los precios de nuestras exportaciones continúan elevados y la tasa de interés internacional, a pesar que ha subido, se mantiene todavía baja. Por eso, como en el 2002-2008, o el 2009-2012, creceremos bastante, aunque no hagamos casi nada, limitados solamente por nuestro crecimiento potencial.

En estas condiciones de tranquilidad, podemos enfocarnos en elevar nuestra tasa de crecimiento potencial. Una vía, realista, es una política sectorial para promover un nuevo motor de crecimiento económico, que se sume a la minería y la agroexportación.

A estos sectores les ha ido muy bien. En el caso de la minería, cuya política sectorial se dio a principios de la década de los noventa, el valor exportado se ha elevado de US$ 1473 millones en 1993 a US$ 27159 millones en el 2017. No toda esta alza se debió a los buenos precios pues, por ejemplo, el volumen de producción de cobre se ha multiplicado por siete y el del oro por once.

La performance de la agroexportación, cuya política sectorial se dio a principios de este siglo, ha sido espectacular: entre 2001 y 2017 las exportaciones no tradicionales agropecuarias se han multiplicado por doce y las exportaciones de frutas por treintaiocho.

¿Cómo se explica este milagro exportador de minerales y productos agrícolas?

En primer lugar, estos sectores tienen ventajas naturales. Perú es un país tradicionalmente minero, con enorme potencial, y casi toda la costa peruana es apropiada para la agricultura de exportación.

En segundo lugar, estos sectores son exportadores, por lo que no tienen nunca problemas de demanda, la cual es infinita, y proviene de un mercado mundial en expansión. Cuando el destino es la exportación, no hay el peligro de una sobreproducción que derribe los precios, como ocurre con la papa a cada rato. Podemos exportar todo lo que produzcamos.

En tercer lugar, estos dos sectores gozan desde hace bastante tiempo de políticas sectoriales ventajosas. En la minería existen los contratos de estabilidad tributaria, un régimen de depreciación del 20 por ciento de sus activos fijos, deducción del impuesto a la renta las inversiones en infraestructura que constituya servicio público, etc. La agroexportación cuenta con un régimen laboral flexible, el aporte a Essalud es más bajo que el del resto de sectores y la tasa de impuesto a la renta es la mitad del régimen tributario general. Claramente, fue una política de elección de ganadores.

Repliquemos en el sector forestal la exitosa política aplicada a la minería y la agroexportación. Puede no gustarnos ideológicamente. Pero, en estos casos, es mejor seguir los sabios consejos de Deng Xiaoping: No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato.


Hemos tenido, entonces, políticas sectoriales exitosas, donde se eligieron los ganadores, que pueden replicarse en otros sectores.
En consecuencia, lo primero que debe hacer el gobierno es defender la Ley de Promoción Agraria, especialmente en su aspecto laboral. Lo segundo es buscar y promover un motor adicional de crecimiento. Ese sector debe tener, como la minería y la agroexportación, un enorme potencial de crecimiento y una demanda garantizada.

Me parece que ese sector es el forestal, el cual tiene un potencial enorme de crecimiento, pues somos uno de los diez países con mayor área forestal del mundo, y tiene una demanda muy alta para exportar y sustituir importaciones. Según Piero Ghezzi, actualmente exportamos solo US$ 150 millones, y podríamos exportar más de US$3 000 millones y generar cientos de miles de empleos en la selva. Tenemos diez millones de hectáreas de bosque amazónico concesionables para producir madera fina y tenemos cuatro millones de hectáreas reforestables en la selva.

¿Por qué no poner en marcha una política sectorial para el sector forestal, similar a la de la minería y la agroexportación? Los frutos no se verán pronto, pero puede ser el tercer motor de crecimiento que estamos buscando hace tiempo.

La alternativa a la política sectorial es la política transversal. Pero, para impulsar un nuevo motor de crecimiento se necesita elevar fuertemente su rentabilidad, y eso no se consigue con políticas transversales. Con las políticas transversales, dada la escasez de recursos, el apoyo se difumina, y los beneficiarios ni se enteran que los están apoyando.

Repliquemos en el sector forestal la exitosa política de elección de ganadores aplicado a la minería y la agroexportación. Puede no gustarnos ideológicamente. Pero, en estos casos, es mejor seguir los sabios consejos de Deng Xiaoping: “No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato”.

Por Waldo Mendoza Bellido
Profesor del Departamento de Economía de la PUCP