Por Andrés Valle
Siento que el sonido imparable del reloj nos gana. Que doscientos años pasaron demasiado rápido para los peruanos y hemos progresado poco, muy poco en nuestras carencias de origen.
Seguimos siendo un país clasista desde la colonia. Quizá sin esclavitud formal, sin discriminación legal, pero clasista al fin. Sino como podemos explicarnos que la nuestra población viva al día, se muera en las calles por falta de asistencia en salud, no estudie por falta de recursos tecnológicos básicos y del otro lado del mundo peruano, podamos ver la pandemia desde la tribuna. Siempre ha sido indignante la clamorosa desigualdad en el Perú. Nos han tratado de engañar mostrando solo índices macroeconómicos, tipo PBI per cápita, reducción (no sostenible) de la pobreza en términos porcentuales, acceso a la OECD y demás artilugios para mantener al pueblo callado.
Hoy se abren más brechas. El pobre sigue su camino hacia abajo, cada día gana menos y la esperanza se desvanece. Su educación virtual es inexistente. Y sabemos que sin educación no hay forma posible de progreso. Habrá menos puestos de trabajo formal y allí aquellos que están aspirando a escalar laboral y económicamente la tendrán más difícil. Ni hablar de estudios internacionales que permitan competir en las grandes ligas locales. Y para cerrar esta parte, los abusos familiares a las mujeres y niños por parte de adultos que frustrados por la vida que llevan o víctimas de desequilibrios emocionales o simplemente por maldad, infringen daños irreparables a seres humanos inocentes. Es cierto que estos abusos son transversales a todos los segmentos sociales, solo que por arriba los llaman desavenencias, falta de objetivos comunes, intereses diferentes y demás eufemismos para encubrir las palizas emocionales y físicas, eventualmente.
Este escenario se hace más complejo porque no hemos alcanzado un nivel de ciudadanía que nos permita tomar decisiones independientes. El Poder ha mantenido un discurso tan alentador como sofista (Nietzsche desarrolla muy bien este tema). Existe una estructura armada para mantener la desigualdad de origen y permitir que las reglas sigan siendo hechas desde los mismos lugares. Hay un pacto social clasista implícito sostenido por instituciones frágiles y manipulables o aún peor, corrompibles.
El Perú que todos queremos necesita que nos pongamos de acuerdo en asuntos esenciales y que lo ofrecido sea llevado a cabo con transparencia. ¿Por quién? Por los líderes que no hemos tenido ni tenemos. Habrá que dar paso entonces a las nuevas generaciones a quienes la tecnología ha liberado por lo menos parcialmente del discurso farsesco de las cúpulas y están dispuestos a entregar su tiempo y energía al país.
Quienes han gobernado la agenda nacional, deben educarse. Hoy son mayoritariamente especialistas en lo suyo, en negocios o mal uso de la política. A la pregunta, ¿qué es lo correcto?, responden, La Ley. Y la repregunta es, ¿quién hizo la ley? Pues son ellos mismos. Allí empiezan los problemas éticos sin resolver. Por eso insisto que además de usar la razón siempre en su beneficio ( razón instrumental , la llaman los filósofos ) , deben usar la razón normativa ( la del criterio moral ) como guía de conducta y en beneficio de la sociedad .
Alegan las voces de los “ayudantes” (término que usa mi hijo para referirse a los dependientes de los jefes) que en esta pandemia han apoyado silenciosamente a la población vulnerable. En buena hora que lo hagan, es un deber moral. Así como ayudan los policías, médicos, militares, enfermeras, trabajadores de limpieza pública. Empero, hay una diferencia sustancial. Unos ponen dinero de los ahorros mientras que otros ponen la vida y la de sus familias.
Este análisis podría seguir y seguir, tictac, tic tac, el tiempo corre y tenemos que trabajar por el país.
Acuerdos básicos de corto plazo hasta julio 2021 y de allí para adelante.
No sería injusta una sanción popular en la vía electoral. En realidad, sanción es un decir. Una votación diferente, no tradicional ni acomodada a las élites. Solo queda que, de aquí a abril, demostremos que somos capaces de cambiar una trayectoria de injusticia, discriminación social, de género, racial, geográfica.
Yo estoy trabajando en eso con la juventud.