Redacción Gestión

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A lo mejor el futuro les pertenece a los autoempleados. Después de todo, es difícil encontrar un empleo estable y la idea de que un joven graduado espere trabajar durante 40 años en el mismo lugar hasta que se jubile parece pasada de moda.

En ambos lados del Atlántico ha habido un giro estructural y también uno cíclico hacia el trabajo independiente. Por ejemplo, en el cuarto trimestre del 2013, el 90% de los nuevos empleos creados en Reino Unido fue clasificado como autoempleo. ¿Se trata de la señal de un floreciente espíritu emprendedor o de un indicador de desesperación? ¿Estamos hablando de Mark Zuckerberg y Facebook o de Walter White y "Breaking Bad"?

La respuesta se complica debido a las limitaciones de la data, que resulta de una combinación de encuestas, historiales tributarios y registros de creación de empresas. Algunas personas forman empresas a fin de reducir sus pagos de impuestos y otras no informan de sus ingresos de autoempleo para evitarlos.

Asimismo, algunos desempeñan roles duales, con un empleo a tiempo completo y ganando dinero adicional —por ejemplo, alquilando una habitación disponible en casa—. Otros tantos continúan trabajando para su antiguo empleador como proveedores, en lugar de hacerlo por un sueldo fijo.

La desesperación también puede estar jugando su parte. Un artículo de investigación de Robert Fairlie de la Universidad de California en Santa Cruz, halló un vínculo cercano entre la tasa de desempleo y la tasa de empresas creadas en localidades estadounidenses. Por su parte, según una encuesta de Kauffman Foundation, la tasa de creación de empresas en dicho país cayó el año pasado pese a que la economía mejoró. El informe comenta que hubo "menos presión sobre los individuos para emprender negocios por necesidad".

Hoy en día, el autoempleo puede ser más aceptado socialmente que en el pasado. La gente de clase media puede llamarse a sí misma consultores o profesionales independientes en lugar de desempleados, aunque no es probable que los negocios que ellos crean se conviertan en motores del crecimiento futuro.

En Reino Unido, el mayor incremento en el número de empresas corresponde a las unipersonales. Los números también muestran que los autoempleados británicos suelen ser hombres, trabajan más horas que los empleados asalariados y perciben menores ingresos.

De hecho, los sueldos reales de los autoempleados cayeron más que los otros entre el 2007 y el 2012, lo cual podría ayudar a explicar por qué la productividad del mencionado país ha aumentado muy lentamente en los últimos años. Empezar un negocio involucra mucho tiempo en la búsqueda de clientes o en hacerse cargo de muchos trámites y procesos administrativos —facturación, contabilidad, declaración y pago de impuestos— que previamente eran responsabilidad del empleador.

Además, los nuevos autoempleados son mayores. Los británicos de 50 o más años de edad explicaron cinco sextos del incremento en la categoría entre el 2008 y el 2012. Y desde el 2007, ha habido un aumento de 160,000 en el número de autoempleados de 65 y más años. Algo de esto podría reflejar la necesidad de cubrir los déficits de ingresos generados por las pensiones de jubilación —problema que es exacerbado por las bajas tasas de interés—.

Pero no todos estos cambios son negativos. El repunte de la economía de servicios significa que es más fácil para las personas de 65 o más años encontrar empleos a su medida, debido a que los jubilados de hoy están mejor preparados que hace 40 años, cuando muchos habían desarrollado sus carreras en trabajos manuales.

Hacer que la gente prologue su edad laboral es la mejor forma de hacer frente a los costos que representa una población en envejecimiento. Hay que agregar que, según una encuesta de la Royal Society of Arts, Manufacturers and Commerce (Real Sociedad para el Fomento de las Artes, Manufacturas y Comercio), los autoempleados se sienten más felices que los asalariados —su independencia tiene mucho que ver, así como la sensación de que su trabajo tiene algún significado—.

En el largo plazo, el alza del autoempleo planteará interesantes preguntas macroeconómicas y políticas. ¿Quiere decir que, como sugiere Morgan Stanley en un trabajo de investigación, que el mercado laboral no está tan robusto como aparenta; que mucha gente que se ha visto forzada a autoemplearse aceptará sin dudarlo un trabajo estable si se le ofreciese?

Ello implicaría que todavía existe abundancia de puestos disponibles y listos para ser ocupados en el mercado laboral y que la política monetaria puede permanecer flexible por más tiempo.

Sin embargo, la tendencia estructural quizás esté indicando que esos empleos fijos no están disponibles. De ser ese el caso, la economía puede haber creado una vasta reserva de fuerza laboral similar a las "solteronas" de principios del siglo XIX en Reino Unido —mujeres solteras que trabajaban a destajo y en casa para las empresas textiles—, o los estibadores que solían aglomerarse en las entradas de los puertos con la esperanza de ser seleccionados para un día de labores.

Ello estaría sugiriendo la existencia de una economía donde los sueldos están siendo mantenidos permanentemente bajo presión y donde los márgenes de ganancia continúan elevados. Quizás esto sea una buena noticia para el mercado de valores, aunque no una muy buena para los autoempleados.

Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez