Por Yolanda Torriani
Presidenta de la Cámara de Comercio de Lima
El Gobierno anunció que desde este mes de junio comenzará la Fase 2 de la reanudación de las actividades económicas, lo cual, si bien puede ser una noticia positiva en medio de la crisis económica provocada a raíz de la pandemia del coronavirus, obliga a advertir que, antes de iniciar esta nueva etapa, se corrijan las serias deficiencias de la primera.
Por ello es urgente que antes de iniciar la Fase 2, el Poder Ejecutivo ponga en marcha un mecanismo realmente eficiente y rápido en el proceso de autorizaciones para la reanudación de operaciones de empresas y negocios comprendidos en la denominada Fase 1, corrigiendo la serie de trámites engorrosos que la ha caracterizado e impedido que pueda ejecutarse al 100%.
La buena intención que puede haber en las autoridades del Gobierno por reiniciar las actividades económicas se contrapone con la decisión de no tomar en cuenta al sector privado y su experiencia al momento de establecer protocolos y autorizaciones.
Desde el primer día del estado de emergencia sanitaria y aislamiento social hemos demandado al Poder Ejecutivo la necesidad de implementar medidas frente a la previsible e inevitable crisis económica que suponía decretar la paralización total de las actividades económicas y, para ello, planteamos el trabajo conjunto de los sectores privado y público a fin de encontrar soluciones rápidas y eficientes.
El proceso de reanudación económica no ha podido concretarse del todo porque se le dijo a un grupo de empresas que podían trabajar, pero sin considerar que para poder hacerlo necesitaban de sus proveedores y un conjunto de servicios complementarios que no estaban autorizados.
Además, hubo marchas y contramarchas, lentitud, cuellos de botella y excesiva tramitología en las aprobaciones. No podemos hablar de una Fase 2 cuando todavía no terminamos de implementar la Fase 1.
La demora que suscita el burocratismo excesivo, los procesos errados y corregidos de forma apresurada y poco transparente, no solo perjudican la reactivación de la economía, sino que afectan aún más al empleo, con el consiguiente deterioro que implica la falta de ingresos en las familias.
Nuestra institución ha hecho llegar esta preocupación a las autoridades correspondientes y así como han acogido propuestas nuestras sobre la ampliación de la cobertura del programa Reactiva Perú hacia las micro y pequeñas empresas y buscar, a través de mecanismos del mercado, que la tasa de interés del mismo sea menor a 2%, espero que esta vez escuchen de nuevo nuestras propuestas.
La reactivación económica es urgente, no puede demorar más tiempo. No es el momento de posiciones sesgadas, de visiones ideologizadas que miran a la empresa con desconfianza y sin conocimiento real de que es ella la que genera riqueza, no solo para el que la forma o dirige sino también para el Estado al que paga impuestos que luego sirven para financiar servicios básicos como salud, educación e infraestructura.
Es la iniciativa privada la que crea puestos de trabajo formales, no el Gobierno pagando favores políticos.
El ex primer ministro británico Winston Churchill afirmó que muchos ven a la empresa privada como el lobo al que hay que abatir, otros como la vaca a la que hay que ordeñar, pero muy pocos como el caballo que tira del carro.
Entendamos que la inversión privada es el motor que mueve al Perú, no dejemos que se apague.