FOTO 8 |  6 marzo 2017: La Procuraduría anticorrupción de Perú pide investigar a Kuczynski por irregularidades en la financiación de su partido.
FOTO 8 | 6 marzo 2017: La Procuraduría anticorrupción de Perú pide investigar a Kuczynski por irregularidades en la financiación de su partido.

Una vez más, el Perú está atravesando una crisis política que nos devuelve a una situación de zozobra. Ante circunstancias cuya gravedad nos afecta a todos, especialmente a los más pobres, quiero expresar mi opinión a título personal en mi calidad de formador, por muchos años, de líderes empresariales.

La inestabilidad del sistema democrático y la desconfianza en las instituciones vuelven a interferir en los deseos que tenemos todos los peruanos de hacer de nuestro país una sociedad próspera, con oportunidades para todos. Circunstancias graves como las de estos días pueden inducirnos caer en el fatalismo, a convencernos de que nuestro destino está sellado por fuerzas superiores a nosotros.

Debemos, en primer lugar, tener en claro que la corrupción y la precariedad institucional son sumamente dañinas para cualquier democracia. Son obstáculos para el crecimiento y el desarrollo. Son, además, ingredientes nocivos para la moral de un país. Ya no es posible argumentar que son males que podemos tolerar a cambio de cierta dosis de eficacia.

Si bien estos males son perjudiciales, resulta mucho más pernicioso para una sociedad que se extienda entre sus ciudadanos la creencia de que nada se puede hacer contra ellos. Convencernos de que no vale la pena defender la ética como orientación de la política, hacernos sentir que es una ingenuidad exigir un comportamiento moral a los funcionarios públicos es el mayor triunfo de los intereses corruptos pues les permite actuar con la anuencia implícita de la ciudadanía.

Pero no tenemos que ver la historia de nuestro país como una fatalidad. A fin de cuentas, el destino del Perú es el resultado de las decisiones los mismos peruanos hemos tomado. Albergamos una esperanza que nos hace sentir que es posible convertir esta crisis en una oportunidad para reorientar nuestro destino.

Ello será posible si nos convertimos en ciudadanos participativos y exigentes, si dejamos de tolerar los abusos, los fraudes y los engaños. La ética no tiene que ser vista como un lujo, como un asunto superfluo sino como el centro de nuestra identidad y de nuestra conducta. La ética es un bien que nos enriquece a todos.

Invoco a mis colegas en la docencia, a los líderes empresariales que buscan un Perú más próspero, a los peruanos y peruanas que desean vivir en un país de igualdad y oportunidades, a que reflexionemos sobre el camino que podemos abrir ante estas circunstancias. No debemos tomarlas con desánimo sino como un momento para hacernos cargo de un deber.

Percy Marquina Feldman
Director General de Centrum