Director de la Carrera de Economía de la U. de Lima
Los empresarios y académicos del Perú, ante la alta probabilidad de que el nuevo Gobierno que se instale el 28 de julio del presente año no sea precisamente ortodoxo desde una perspectiva económica, debemos recordar las recomendaciones que el profesor Michael Porter presentó en nuestro país hace algunos años. Es fundamental conversar desde hoy con el equipo económico del próximo Gobierno y mencionarles la necesidad de no perder el camino avanzado en temas de apertura y estabilidad macroeconómica.
En primer lugar, es fundamental insistir en políticas de largo plazo desde una perspectiva de competitividad, lo que debería trabajarse de manera conjunta con el próximo Gobierno. Sin la mejora de nuestra competitividad, no podremos acortar las brechas con los países desarrollados ni incrementar los niveles de vida de nuestra población. Es indudable que este objetivo requiere de seguir avanzando con la mejora educativa en todos los niveles.
En segundo lugar, debemos terminar de definir el rumbo de nuestra economía. Somos una economía estable y abierta al mundo, que ha incrementado sus exportaciones de bienes y servicios de forma significativa en las últimas dos décadas, pero que requiere el establecimiento de políticas que permitan el incremento del valor agregado y el uso de nuevas tecnologías en los productos que vendemos al mundo. En algunos años, la pandemia de covid-19 debería ser recordada como un obstáculo que se logró superar y que permitió descubrir y enfrentar con claridad y firmeza nuestros problemas de infraestructura prácticamente en todos los sectores.
En tercer lugar, se requiere construir una sociedad más inclusiva que logre en los próximos años eliminar la pobreza, la cual lamentablemente se ha incrementado en casi diez puntos porcentuales como consecuencia de las crisis sanitaria y económica del año 2020, con lo que hemos retrocedido a niveles del año 2010. Las sociedades son estables en la medida en que su población se sienta partícipe de los beneficios del crecimiento de su economía; ningún grupo poblacional o territorio debería sentirse excluido.
En cuarto lugar, se requiere toda una revolución que permita y promueva el desarrollo de la invención y la tecnología, la que debe llegar a todos los sectores económicos y territorios del Perú.
En quinto lugar, hay que tener claridad sobre la necesidad de promocionar la inversión extranjera orientada a la creación de nuevas empresas, y no solo a la compra de las ya existentes. El desarrollo de una actividad manufacturera integrada verticalmente con las materias primas e insumos que produce el país es fundamental.
En sexto lugar, si bien la macroeconomía ha sido adecuadamente gestionada y se cuenta, tanto en el Ministerio de Economía y Finanzas como en el Banco Central de Reserva, con equipos profesionales a la altura de los retos que como país debemos enfrentar, se necesita de una profunda reforma de los poderes Legislativo y Judicial. Reforma que no debería implicar la reducción de sus niveles salariales, como se ha propuesto, porque se perdería capital humano valioso que sería rápidamente reclutado por el sector privado nacional o internacional.
Hay muchísimo por hacer. Seamos capaces de conversar y llegar a consensos que permitan finalmente el establecimiento de políticas de Estado más que políticas de Gobierno, para poderlas aplicar pensando en un horizonte de largo plazo, a fin de generar beneficios inmediatos al tiempo que construimos la sociedad a la que todos aspiramos.