Redacción Gestión

redaccion@gestion.pe

David TuestaEconomista Jefe de Inclusión Financiera del BBVA

La era digital ha significado una transformación profunda del mundo. Industrias como la música, los libros, entre otros, se han redefinido a profundidad y, recientemente, hemos sido testigos de protestas en las calles por la presencia de aplicaciones móviles que ofrecen servicios de transporte compitiendo directamente con el sector regulado de taxis.

Aunque menos visible para algunos, en los servicios financieros también se aprecian innovaciones importantes, donde los nuevos actores del mundo digital tienen cada vez mayor presencia en los mercados, brindando diferentes productos en la cadena de valor.

Si bien su presencia es aún minoritaria, cuando se ve la foto completa del sector financiero, llama la atención el ritmo de crecimiento de estos jugadores no bancarios, así como las transacciones individuales que vienen produciendo. Y, al igual que otras transformaciones digitales, avanzando entre los vacíos regulatorios.

Esta interacción entre innovación digital y espacios libres de la regulación financiera, ha permitido a estos nuevos jugadores brindar servicios sin la intermediación de la banca tradicional.

Aprovechando la innovación de manera plena, brindan servicios bancarios, sin ser bancos, a bajos costos y de manera rápida.

Algunas de ellas cuentan ya con bastante popularidad, como es el caso de PayPal con más de 100 millones de usuarios activos y más de 200 millones de euros en transacciones diarias, o el caso de AliPay que con 300 millones de usuarios y cerca de 300 millones de euros en transacciones es hoy la plataforma de pagos más grande del planeta.

En el mismo mundo de las plataformas de pago, nuevas empresas que hasta hace no muy poco fueron "startups" irrumpen con fuerza.

Dwolla, permite ya el envío de dinero en los Estados Unidos conectando cuentas bancarias de una manera sencilla y costos mínimos; Square, permite realizar transacciones con lectoras portátiles; LevelUp se apoya en la tecnologíade lectora de barras con móviles; Venmo, permite el envío de dinero a través de las redes sociales siendo hoy la más usada entre los jóvenes entre 18 y 24 años en los Estados Unidos; mientras que Simple, adquirida por BBVA, permite la gestión de servicios financieros con más de 100 mil clientes.

Y dentro de este universo, de plataformas de pago, no se puede dejar de hablar de esquemas más simples como el de M-Pesa, replicado en varios países emergentes, que se desarrollo en Kenia dentro de la industria de telefonía, y que ha permitido que 18 millones de personas, que representan a 86% de las familias keniatas, realicen envíos de dinero a través de mensajes de textos con móviles de gama baja.

Ya en el mundo de los préstamos "on-line", más actores digitales no bancarios muestran volúmenes de negocios apreciables.

Tomando ventaja de tecnologías del "Big Data", es decir de la correlación masiva de datos individualizados, y con la ayuda de algoritmos, han ido estableciendo metodologías para definir perfiles de riesgos de las personas, de forma tal que puedan recibir financiamiento.

En Estados Unidos, destaca claramente LendingClub, que a través de un esquema de "persona a persona" o P2P, ha logrado construir una industria de más de 3 mil millones de Euros con ratios de morosidad de 3%.

Zopa en el Reino Unido viene colocando recursos de persona a persona en una magnitud de más de 600 millones de Euros con una mora de tan solo 0,5% y en un mercado donde los préstamos P2P representan hoy el 3% de los esquemas de financiamiento total a personas en dicha geografía.

Y otros esquemas como Lenddo, nacidos en Estados Unidos, han incursionado en las microfinanzas "on-line" levantando dinero en el mercado de deuda para luego financiar emprendimientos en Asia y Latinoamérica.

Las grandes innovaciones en el mundo financiero vienen llegando directamente a través de jugadores no bancarios que han nacido hace pocos años, moviéndose en un ambiente digital y presentando propuestas de valor que esquivan la estricta regulación que tiene la banca tradicional.

Todo indica que esta interacción de innovación digital con el estado actual de la regulación financiera, que les viene dejando espacios para avanzar, podría condicionar una reconfiguración de los actores en la banca en próximas décadas.

En este contexto, habrá que observar como la regulación ve estos cambios y se va adaptando al futuro.