Por Martín Soto
Public Affairs and Health Innovation Head, Roche Perú
Recientemente se publicó la Ley de Cáncer Infantil. Aprobada por el congreso y promulgada por el presidente, busca garantizar la cobertura universal para el diagnóstico temprano y tratamiento oportuno de niñas, niños y adolescentes. Al mismo tiempo, permite que los padres y madres puedan acompañar a sus hijos en los compromisos médicos, sin poner en riesgo su empleo, ni su economía, pues les brinda licencias con goce de haber en sus trabajos. Existe empatia y dignidad en este planteamiento.[1]
Si bien esta iniciativa mejorará la salud y la vida de pacientes y sus familias, el reto en la detección temprana del cáncer es enorme. El Ministerio de Salud estima que cada año se reportan 1,800 casos nuevos de cáncer infantil en el Perú, de los cuales una cuarta parte no se diagnostica y, en consecuencia, tampoco se trata. Adicional a ello, el 70% del total de casos detectados se identifica en estado avanzado, lo que reduce sus expectativas de vida. [2]
La ley es un avance robusto que todos debemos reconocer, que va más allá del tratamiento médico y apunta a servicios integrales que reduzcan el estrés que las enfermedades ocasionan en los pacientes y sus familias.
Por otro lado, hoy son demasiadas las familias que lloran la pérdida de sus seres queridos. Mientras más avanza la crisis, más avanza la incapacidad de pensar la crisis. Ello obliga a la urgente tarea de plantear un proyecto de nación saludable, que priorice la construcción de un sistema universal, accesible, descentralizado, enfocado en sostener una comunidad saludable. Es deseable además que sea más transparente y participativo, que empodere a los pacientes para que sus voces sean escuchadas y los involucre en la toma de decisiones sobre el manejo de sus enfermedades.
Nuevos paradigmas vienen hacia nuestras sociedades como trenes de alta velocidad. Próximos a 200 años de República, resulta imperioso convocar al trabajo articulado de todos los que conformamos el sector salud (público y privado), de la mano con la comunidad médica y la ciudadanía, para poner en marcha un plan de transformación que garantice la aplicación de las leyes aprobadas y se centre en lo más importante: la vida y la salud de las peruanas y peruanos.
Es necesario dialogar para entender hacia dónde queremos que transite nuestro sistema de salud, más allá de su integración como primer gran paso. El resultado de dicho diálogo debe ampliar los alcances de la Política 13 del Acuerdo Nacional y traducirse en un Nuevo Pacto por la Salud, sostenible y sustentable, pues como hemos ya atestiguado, sino democratizamos la estructura sanitaria no tendremos salud para todos, y sin salud para todos no hay democracia posible.
[1] Ley de Urgencia médica para la detección oportuna y atención integral del cáncer del niño y adolescente, Ley 31041.
[2] Defensoría del Pueblo (2020). El derecho de niñas, niños y adolescentes con cáncer al disfrute del más alto nivel posible de salud. Disponible en: https://www.defensoria.gob.pe/wp-content/uploads/2020/07/Bolet%C3%ADn-Ni%C3%B1ez.pdf