(Foto: Giancarlo Ávila/GEC)
(Foto: Giancarlo Ávila/GEC)

Periodista

Tantos días de absurda y bizantina discusión en el gobierno sobre si estábamos en un rebrote o en una ola, ahora le pasan la factura. Una real pérdida de tiempo.

Médicos especialistas de toda tendencia, matemáticos y estudiosos de las cifras y las proyecciones, directores de hospitales de Lima y de las regiones, y representantes de todos los gremios médicos, decían desde diciembre e inicios de enero, por medios y redes, que las cifras eran preocupantes y que la segunda ola no solo era inevitable, sino que, además, parecía más preocupante que la primera… ¡pero el Consejo de Ministros seguía discutiendo si era rebrote u ola!

Las cifras empezaron a mostrarnos desde hace dos semanas que las camas UCI se estaban ocupando a gran velocidad, que las hospitalizaciones eran más numerosas, que había más jóvenes infectados, que las muertes por Covid se estaban incrementando preocupantemente, y que la necesidad de oxígeno se hacía evidente…¡pero el Consejo de Ministros seguía discutiendo si era rebrote u ola!

Muchos especialistas médicos dieron desde hace casi un mes una serie de recomendaciones para hacer frente a la segunda ola antes de que la situación se volviese dramática, y sin tener que recurrir al confinamiento… ¡pero el Consejo de Ministros seguía discutiendo si era rebrote u ola!, y nos decía, con mucha seguridad, que estaban observando y evaluando la situación día a día.

Tanta evaluación llevó al Presidente Sagasti a afirmar que “el retorno a la cuarentena es una opción extrema”; y a la Primera Ministra a decir apenas el 20 de enero que: “Por el momento, el confinamiento no ha sido considerado”. Peor aún, apenas hace tres días, este 25 de enero Gestión reseñaba lo siguiente: “Violeta Bermúdez, presidenta del Consejo de Ministros, descartó la posibilidad de un nuevo confinamiento. La Premier indicó que está haciendo una evaluación de la evolución del coronavirus, pero que el confinamiento de la población no ha sido considerado”

¿Qué ocurrió para que, después de tanto tiempo perdido en la discusión de rebrote u ola, y después de descartar el confinamiento de la población durante casi todo enero, en dos días se dieran cuenta que sí era una tremenda ola y que el confinamiento era la única opción?

Si estaban observando y evaluando todo día a día, ¿por qué no se dieron cuenta de todo lo que para todos los demás era tan evidente?

La Premier dijo ayer en la conferencia de prensa que las medidas se han tomado cuando se dispararon los indicadores. ¿Había que esperar que los indicadores se dispararan para recién tomar medidas?, ¿había que esperar llegar a los niveles extremos para recién reaccionar?, ¿por qué esperaron a llegar a una situación casi incontrolable para recién escuchar a los especialistas?. Y no nos referimos sólo a los especialistas ajenos al gobierno.

La ministra de Salud, a quién se puede responsabilizar de muchas cosas seguro, dijo claramente los primeros días de enero que ya estábamos en una segunda ola. Pero en el gobierno nadie quiso respaldarla. Por el contrario, empezando por el ministro de Economía, y siguiendo con la Premier y el Presidente, insistieron en que se trataba de un rebrote.

Cinco días después la misma ministra de Salud señalaba contundentemente que había que asumir con valentía que ya estábamos en una segunda ola, y que “hemos hecho algunos cálculos y nos encontramos más o menos como cuando estábamos en quincena de abril, y las cifras siguen subiendo”…pero nadie en el gobierno quiso escucharla y menos apoyarla.

En esa misma ocasión la ministra dijo que al día siguiente -18 de enero- le entregaría un informe al Presidente y le propondría una serie de medidas urgentes que se anunciarían de inmediato…pero parece que en el gobierno nuevamente nadie la respaldó, ni le hicieron caso. Y la mejor prueba es que, no se anunciaron medidas, y como hemos reseñado antes, el Presidente, la Premier, y el ministro de Economía seguían jugando a gurús, y decían, con mucha tranquilidad, que era recién el inicio de una segunda ola, que no habría confinamiento, y que seguían observando.

Anteayer se han visto obligados, asustados por la cantidad de personas que perdieron la vida en los últimos días, a salir corriendo a anunciar –desordenadamente y de manera confusa, como ya es costumbre en este gobierno- lo que habían negado hasta casi un día antes: el confinamiento.

Pueden decirnos que se trata de un confinamiento selectivo y un poquito más “light” que el anterior, pero si se confina a Lima (un tercio de la población del país) y a otras ocho regiones, es casi un confinamiento nacional, y es, aunque sea con ligeras variantes, una cuarentena que golpea, ya no sólo expectativas, sino también, y nuevamente, bolsillos y realidades.

¿Era necesaria esta cuarentena?, es difícil saberlo. Lo que sí queda claro es que esta cuarentena es, finalmente, improvisada (porque el Presidente, la Premier, el ministro de Economía, y casi todo el gabinete, no quisieron admitirla nunca como una posibilidad, pero tampoco hicieron nada alternativo para evitarla), y no tiene el complemento sanitario que a todos nos de confianza para ser una solución diferente a la anterior.

¿Habían otras alternativas?, no somos especialistas, pero creemos que sí. Pero si se hubiesen tomado medidas cuando todos las reclamaban, cuando la ola fue, efectivamente, un rebrote, allá por inicios de diciembre, cuando todos lo advertían, cuando todos lo veían, menos el gobierno.

¿Será útil? A simple vista parece que no. Para muchos es más de lo mismo frente a un enemigo recargado. Se dice que se quiere evitar las aglomeraciones pero se señala, como lo ha hecho la Premier ayer, que las personas podrán salir a hacer sus compras al mercado, a los supermercados, a las tiendas, todos los días, ¿entonces?. De hecho, ayer nuevamente hemos tenido aglomeraciones en todos esos lugares. Y ¡también viene!…los bonos y las colas en los bancos. El otro problema es que no se anuncian medidas sanitarias agresivas paralelas

Parece que la cuarentena anterior dejó un trauma en el Presidente, y a casi todo su gabinete. El problema es que el trauma los paralizó y los dejó anclados en el negacionismo: NO hay ola, NO habrá cuarentena, NO hay medidas, NO hay problema.