La crisis económica es generada por la crisis sanitaria y no al revés. (Foto: MInsa)
La crisis económica es generada por la crisis sanitaria y no al revés. (Foto: MInsa)

Periodista

El Gobierno ya anunció que el Jueves Santo determinará si se inclina por tratar de asegurar el retroceso del contagio por coronavirus u opta por el levantamiento gradual de ese aislamiento para evitar que la economía –y la situación de millones de personas– empeore.

Los especialistas señalan que el aislamiento recomendado en este caso debería ser hasta el último día de abril, o, por último, por una semana o diez días más a partir del domingo 12. Para ellos, el levantamiento gradual del aislamiento a partir del 13 de abril es un riesgo alto, y la posibilidad de volver a una cuarentena obligatoria estaría presente.

Su lógica es que no se puede dejar el aislamiento cuando la curva de infectados y de fallecidos por el virus ha empezado a crecer y llegará a su pico a mediados o fines de abril; y cuando recién vamos a empezar a contar con data más realista por la mayor cantidad de pruebas a realizar.

El ministro de Salud señaló el último domingo en “Agenda Política” que “se vienen dos semanas muy duras, muy difíciles. Estamos aumentando progresivamente los casos. La epidemia será presente en nuestro país en toda su plenitud. Tomémonos de las manos, roguemos a nuestros dioses…”. Surge entonces la pregunta: ¿cómo levantar el aislamiento obligatorio el 13 si esas dos semanas muy duras llegan hasta el 19 de abril?

En el otro lado, están quienes sostienen que el país, tanto en el nivel social como en el económico, no podría soportar nuevas semanas de aislamiento obligatorio –sobre todo en los niveles más pobres–, y que existen las condiciones para iniciar actividades de manera gradual, con protocolos que garanticen la salud de los trabajadores, así como la prevención, detección y aislamiento de casos que pudieran presentarse.

Los criterios y condiciones para llevar adelante un levantamiento realmente gradual, sea por sectores o por zonas geográficas, como reveló la ministra de la Producción, Rocío Barrios, así como esos protocolos, tendrían que ser muy bien elaborados y muy sólidos como para superar a los argumentos sanitarios, los supuestos de los especialistas, y la evolución de los contagios y decesos a nivel nacional.

Un punto crítico para un levantamiento gradual –sea desde el 13 o desde fines de abril– será el del transporte, tanto local como interprovincial, así como todo lo que se relacione con la atención al público o las actividades con mayor afluencia de personas (como la educación y el comercio en general), porque pueden llegar a ser correas de transmisión del virus. Para muchos, es muy difícil que las clases presenciales a nivel escolar o universitario puedan iniciarse en mayo.

La decisión del jueves no es fácil, pero es necesaria y urgente.

En términos gruesos, el Gobierno tendrá de escoger entre darle un mayor peso a lo sanitario o a lo económico.

Hasta ahora, el Gobierno ha tenido el respaldo mayoritario de la población porque ha tomado esas decisiones gruesas que los ciudadanos han valorado como necesarias y urgentes. El aislamiento obligatorio, el toque de queda, la decisión de entregar millones de bonos y de destinar 30 mil millones para el rescate de empresas -entre otros- han sido muy bien recibidos por la población.

“El Gobierno tendrá que redoblar esfuerzos en el control en las calles y tendrá que tomar decisiones en un sector que le ha estado rehuyendo a las definiciones: el laboral”.


El problema han sido las decisiones finas y la implementación de esas medidas: los beneficiarios y modalidades para el pago de los bonos, las formas para esos pagos versus el aislamiento, la modalidad de entrega de canastas de alimentos, el control del aislamiento en muchas zonas del país en donde las mañanas parecen transcurrir casi con normalidad, o la demora en tejer las alianzas con el sector privado.

Si el aislamiento se prolonga, el Gobierno tendrá que ajustar las decisiones finas y mejorar notablemente la implementación de esas medidas –porque tendrá que seguir dando bonos, alimentos, y ayuda económica a las empresas de todo tamaño–; tendrá que redoblar esfuerzos en el control en las calles, porque el desborde social en ciertas zonas puede estar a la vuelta de la esquina; y tendrá que tomar decisiones en un sector que le ha estado rehuyendo a las definiciones: el laboral.

Lo que no deja de sorprender es que frente a una crisis sanitaria de estas dimensiones, y en una situación en la que se dice que sobran recursos y que no se escatimarán esfuerzos para tomar todas las medidas necesarias, las necesidades del sector salud no sean atendidas con la rapidez y volumen necesarios, como sí se atienden y se hacen anuncios en los temas de política económica y social, lo que está muy bien.

Quizás lo que mejor grafique lo dicho es que se ha anunciado un bono de S/ 720 para el personal médico y asistencial que está en la primera línea en esta batalla (lo que está muy bien y hasta debería ser más), pero todo este personal todavía no tiene implementos de protección para esa diaria batalla, y hospitales como el Arzobispo Loayza, Hipólito Unanue, o el de la PNP en Lima, y el Honorio Delgado de Arequipa y muchos otros en Piura, Chiclayo o Iquitos, no tienen ni cómo atender a sus pacientes contagiados por el virus, ni cómo protegerse de este. Los hospitales están en emergencia y algunos hasta en cuarentena.

Colombia y Bolivia nos ganaron los kits de prueba, y Jack Ma tuvo que donar algunos miles de pruebas moleculares; Confiep tuvo que ofrecer la donación de respiradores artificiales, y se anuncia recién ahora que serán fabricados localmente; y recién se han dado las medidas para la confección local de mascarillas, que muchos están donando. Si había tanto dinero, ¿porque tuvimos que esperar las donaciones?

La crisis económica es generada por la crisis sanitaria y no al revés. Si la crisis sanitaria sigue, lo económico y lo social van a terminar de colapsar.