Por Juan José Calle
Gerente general del Jockey Plaza
Si bien es cierto que la vida no será como antes, en pocas semanas los negocios tendrán que ir retomando sus actividades, adaptándose a las nuevas circunstancias.
Serán, sin duda, tiempos difíciles de los que solo saldremos si trabajamos juntos de manera empática, poniéndonos en los zapatos del otro, entendiendo cómo funciona su negocio y qué rol jugamos cada uno en la cadena de valor del otro.
Los centros comerciales dependen de los ingresos que le generan los alquileres de las tiendas, sin ellos no podrán atender los financiamientos con los que han podido construirse. Por su parte, las tiendas han permanecido cerradas durante los días de cuarentena y todavía para algunas categorías permanece la incertidumbre de si podrán abrir y en qué condiciones.
Hasta el momento, el acertado paquete de medidas financieras y tributarias preparado por el Estado, está fundamentalmente dirigido a pequeñas y medidas empresas, que alcanzan a un importante número de comercios y tiendas. Por el contrario, no existe aún un paquete que ayude a empresas de mayor tamaño como son los operadores y desarrolladores de los centros comerciales.
Este paquete de ayuda busca fundamentalmente que no se rompa la cadena de pagos. Es decir, si los alquileres no se pagan los centros comerciales no podrán cumplir con sus obligaciones y tampoco operar, y por lo tanto las tiendas no podrán abrir y estas a su vez verán afectados sus ingresos poniendo así en riesgo una actividad que genera 180 mil empleos formales y brinda importantes servicios a la población.
Por su parte, el Estado se vería perjudicado porque dejaría de recaudar una inmensa cantidad de tributos. La inversión en proyectos futuros se detendría, y los municipios perderían los ingresos y los vecinos se perjudicarían.
En otras palabras, si dejamos que la cadena de pagos se interrumpa, el círculo virtuoso, que la industria de centros comerciales ha construido en las últimas décadas, se convertirá en un circulo vicioso donde todos perdemos.
Por ello, hoy más que nunca es importante que todos entendamos el rol que nos toca jugar, que la comunicación fluya de ida y vuelta y que la negociación razonable se imponga.
Todos estamos en el mismo barco, por lo que pretender que solo una parte de la cadena sea la que se moje no funcionará, si se quiere llegar a buen puerto.