Por Manuel Romero Caro
Economista
Luego de la salida del Gabinete Zeballos, que se caracterizó por su sello antiempresa privada, y el ingreso de Pedro Cateriano, se espera un drástico cambio de timón. Hay que estar muy conscientes de la profundidad de la crisis en la que estamos. Con una caída del PBI para este año de entre el 14 - 15%, tendríamos la mayor caída del mundo. Por lo que ya no podemos seguir esperanzados en que la reactivación va a llegar a través de la inversión pública, sino que hay que apostar decididamente por la inversión privada.
Pero hay que actuar rápidamente, porque así lo demandan las circunstancias actuales. Por lo pronto, el premier ha enfatizado que la prioridad es destrabar inversiones. Esperamos que con mejores resultados de los que anteriormente también prometieron lo mismo sin éxito.
Por eso es fundamental que el destrabe se centre en los proyectos privados paralizados. Porque la experiencia enseña que el error de los que fracasaron antes en el destrabe fue centrar este en los proyectos públicos, que tardarán mucho tiempo en reactivarse.
Y como el premier Cateriano ya ha anunciado que no se entregarán nuevos bonos, sino que generarán más empleo, no le queda otra que jugarse decididamente al destrabe de los grandes proyectos mineros para que generen empleo directa e indirectamente. Que empiece por seis proyectos mineros paralizados (Conga, Tía María, Quilish, Michiquillay, Galeno y La Granja), que según asegura el presidente del Instituto de Ingenieros de Minas, de ponerlos en marcha el PBI peruano crecería 14% y reduciría la pobreza a 10%.
Hay 10 proyectos mineros significativos y con estudios de impacto ambiental aprobados, que solo esperan la luz verde del Estado. El precio del cobre y otros siguen subiendo, y hay financiamiento disponible. Esto iría directamente a la vena, es lo más rápido y evidenciaría muestras de confianza que jalarían a otros proyectos.
Esperamos que antes de aceptar el premierato, Pedro Cateriano haya concertado con Martín Vizcarra ciertas líneas maestras de su gestión. Y esperamos que una de ellas haya sido centrar la reactivación en incentivar la inversión privada. Y en este tema se tiene que actuar muy rápidamente porque si no las movilizaciones sociales, que ya se han duplicado en dos meses (220 en junio), van a seguir incrementándose y pueden llegar a descontrolarse, ya que solo hay diálogos en 90 de ellas. Y como afirma Gestión, “el Estado no puede claudicar a ser el facilitador para que ciudadanos y empresas puedan lograr acuerdos”.
De otro lado, parece inconsistente que luego que un gabinete de izquierda (el de Vicente Zeballos), a través de la errada estrategia de prolongar innecesariamente la reclusión social generalizada durante 107 días, generara la profunda recesión por la que estamos atravesando, sean otras fuerzas de izquierda las que estén liderando las movilizaciones sociales. Las que tienen como banderas diversas compensaciones para compensar los efectos de la crisis del coronavirus.
Hay que reconocer que actualmente hay mucha incertidumbre (política, económica, social, etcétera) por lo que, si el Gobierno realmente quiere apoyar decididamente la reactivación, tiene que enviar señales claras que ayuden a recuperar la confianza perdida. Y el destrabe, aunque sea de pocos proyectos mineros importantes, estaría en esa línea.
De otro lado, resulta impostergable que el MEF anuncie el plan de recuperación para el segundo semestre. Dotándolo de recursos fiscales que superen largamente lo repartido hasta la fecha.
Y como el que ha permitido, y liderado, la política de centrar la reactivación en el impulso de la inversión pública principalmente es el jefe de Estado, resulta indispensable que el presidente Vizcarra respalde decididamente este giro en la estrategia reactivadora.