Protesta. De Hong Kong a Quito y La Paz, de Barcelona a Santiago, las masas populares salen a las calles. (Foto: AP)
Protesta. De Hong Kong a Quito y La Paz, de Barcelona a Santiago, las masas populares salen a las calles. (Foto: AP)

Fernando Rospigliosi

De Hong Kong a Quito y La Paz, de Barcelona a Santiago y Cochabamba, las masas populares salen a las calles y se enfrentan con violencia a las autoridades, destruyen instalaciones y suscitan el caos. Los gobiernos afectados lo atribuyen a una siniestra mano negra. Las fantasías de los adictos a las teorías conspirativas se desbordan.

En realidad, nadie es capaz de provocar esos estallidos y la violencia que los acompaña. Siempre son el resultado de la insatisfacción acumulada. Pero una vez iniciada la revuelta, invariablemente hay agitadores y activistas que intervienen para tratar de orientarla y atacar determinados objetivos. Hoy se comunican y diseminan sus mensajes instantáneamente por las redes sociales.

José Ortega y Gasset empezaba así su famoso libro “La rebelión de las masas” publicado en 1929: el hecho más importante de la hora presente “es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer. Esta crisis ha sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son conocidas. También se conoce su nombre. Se llama la rebelión de las masas”.

Nada nuevo bajo el sol, entonces.

No obstante, es importante examinar dos temas. Primero, los disturbios tienen consecuencias aunque en el momento en que ocurren esos resultados son impredecibles. Segundo, muchos tratan de ganar la interpretación de los hechos.

El febrero de 1989 estallaron disturbios en Venezuela que se conocieron como el “Caracazo”, que produjeron cientos de muertos como resultado de las protestas contra un paquete económico dictado por el Gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP), que acababa de regresar al Gobierno luego de un masivo triunfo electoral. Ese fue el comienzo del fin de la democracia y la estabilidad para ese país. En 1992 fracasó sangrientamente el golpe militar del comandante Hugo Chávez, pero fue el puntillazo para CAP que poco después fue destituido, en la nueva modalidad de derrocar presidentes en Latinoamérica por medios constitucionales o semilegales.

En 1998 se impuso en las elecciones Chávez prometiendo luchar contra la corrupción de los partidos políticos y paulatinamente fue instaurando una dictadura que se mantiene hasta hoy. Es una de las más longevas, corruptas y criminales dictaduras en un continente con larga tradición de dictaduras longevas, corruptas y criminales. Las masas que se manifestaron en 1989 jamás imaginaron las consecuencias de su rebeldía.

El 5 de febrero de 1975 estalló una revuelta en Lima, como consecuencia de una huelga de la Guardia Civil que dejó la ciudad desprotegida. Desde hacía dos años el crecimiento económico se había estancado y revertido, y las altas expectativas creadas por el velasquismo se transformaron en frustración y rabia. Las masas saquearon comercios, incendiaron y destruyeron algunos símbolos del Gobierno que estaban a mano. Cuando tardíamente salió el Ejército a las calles mató e hirió a cientos de personas para restaurar el orden. La consecuencia política fue que los adversarios del general Juan Velasco Alvarado en las Fuerzas Armadas cobraron brío, lo consideraron incapaz de seguir gobernando y lo derrocaron seis meses después.

El otro asunto que es muy importante se refiere a la interpretación de los hechos. ¿Por qué se produjeron? ¿Cuáles son las causas inmediatas y profundas? ¿Quiénes son los responsables? ¿Quiénes los beneficiarios?

Parte de los debates los producen académicos, analistas serios y seudoexpertos, que con diverso grado de conocimiento, de candidez o malevolencia exponen sus opiniones. Pero lo fundamental desde el punto de vista político y de la influencia que tendrá en los corazones y mentes de los individuos es la interpretación que se impondrá. Algunos son conscientes de eso. Otros no se dan cuenta.

Una cosa es lo que sucede en la realidad compleja, los análisis, las explicaciones profundas, las alternativas y soluciones. Otra distinta es cómo interpreta el gran público lo sucedido. Para ello juegan un papel decisivo los medios de comunicación, las redes sociales, los políticos y gobernantes, los denominados líderes de opinión, los que orientan, interpretan, explican, conducen la valoración de lo ocurrido. Porque se derivan consecuencias según quien gane la interpretación, victorias y derrotas políticas e ideológicas de corto y largo plazo.

En ese sentido, no hay que subestimar la capacidad de las izquierdas para alzarse con el triunfo. Controlan importantes universidades, ONG, tanques de pensamiento, influyen poderosamente en medios de comunicación y redes sociales, tienen presencia, agresividad y convicción. Sus adversarios carecen de sus recursos, les tienen temor, concilian con ellos.

No importa que estén equivocados y falseen la realidad, muchas veces imponen su interpretación. Y eso tiene consecuencias.