Por Martin Grisolle
Gerente General de Hunt Oil Company Perú
Conversando con algunos amigos sobre la situación económica del país, agravada por esta pandemia que afecta al mundo, recordé una frase de Martin Luther King Jr. Aunque está relacionada con los hechos de discriminación en EE.UU., resulta relevante para el contexto actual: “Llega un momento en el que el silencio es una traición. Nuestras vidas comienzan a terminar el día en que guardamos silencio sobre las cosas que importan. Al final no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”.
Por eso, me sorprende el duro golpe que vienen recibiendo la empresa privada, la economía de mercado y la enorme repercusión que tienen en un país como el Perú. Un país con un 30% de economía formal, que invierte, paga impuestos y es la base del crecimiento de los últimos 30 años, generando ingresos sostenidos al Estado.
En medio de esta crisis, las carencias y necesidades se han agudizado, pero lo que más me sorprende es que se quiera culpar a la empresa privada. La bonanza de las últimas décadas debió traducirse en mejora de la infraestructura sanitaria y de salud, carreteras y mejores vías de comunicación, servicios básicos para las zonas más vulnerables, mejores sistemas de agua y desagüe, sistema de educación pública de calidad, solo por nombrar algunos. Pero, hay quienes quieren hacer creer que estas carencias son culpa de la empresa privada, pese a que ésta dijo ¡presente! apenas decretada la Emergencia Nacional, no sólo con importantes donaciones que permitieron al gobierno contar con equipos y material que eran costosos, sino, haciendo enormes esfuerzos por mantener los puestos de trabajo y seguir funcionando por el bien de sus colaboradores y del país.
Las empresas formales siguen “poniendo el hombro” y lo han hecho siempre ejecutando proyectos que permitan a la población y sus autoridades contar con herramientas eficaces para mejorar sus condiciones de vida, sustituyendo ese perverso concepto del asistencialismo por acciones concretas que involucran a las comunidades en su propio desarrollo.
La única forma de salir adelante es fomentar la unión Empresa Privada + Estado + Comunidad, una fórmula que da muy buenos resultados y se evidencia hoy en día con mayor fuerza. Esperemos que los cambios recientes en el gobierno apunten al fomento de la inversión en esta dirección porque ¡el desarrollo del Perú no puede esperar más!