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Midiendo la inclusión financiera

David TuestaEconomista jefe de Inclusión Financiera de BBVA Research

Existe un amplio consenso respecto al rol que juega la inclusión financiera en propiciar el bienestar y el crecimiento económico sostenido de un país. No es casualidad que el G-20, varios organismos internacionales y más de medio centenar de gobiernos en el mundo, le hayan otorgado gran importancia en sus agendas de política económica y social.

No obstante la relevancia del tema, llama la atención que a día de hoy no exista una medida sintética, obtenida a través de una metodología estadísticamente sólida, que mida la inclusión financiera desde una perspectiva amplia y comparable entre distintos países.

Dada la necesidad de contar con un indicador que mida el grado de inclusión de los sistemas financieros, en BBVA Research hemos construido el Índice Multidimensional de Inclusión Financiera. Se trata de una herramienta que cuantifica los avances de la inclusión financiera a partir de un estimador que tiene como base tres dimensiones: el acceso, el uso y las barreras al sistema financiero.

La primera dimensión se refiere a las infraestructuras necesarias para que las personas puedan acceder a los servicios financieros formales; la segunda, recoge una medición del uso efectivo de estos servicios; mientras que la tercera dimensión se centra en los factores que obstaculizan la participación en el sistema financiero privándoles de los beneficios que la intermediación financiera formal puede brindarles.

Así, los avances en inclusión financiera se lograrían en tanto se maximice el uso y el acceso a estos servicios financieros formales, en condiciones justas, y se logre minimizar las barreras mencionadas.

Este índice ha sido calculado teniendo en cuenta el peso de cada una de las anteriores dimensiones para 82 países desarrollados y en vías de desarrollo. Los países más avanzados ocupan en los primeros lugares del ranking. Así, el ranking lo lidera Corea del Sur seguido por España, Portugal, Bélgica y Japón.

Cabe señalar, sin embargo, que en el grupo de los primeros veinte, encontramos interesantes excepciones como Mongolia y Tailandia, países que cuentan con programas estratégicos de inclusión financiera que incorporan una combinación de políticas sociales y de mercado, aprovechando en gran medida los desarrollos tecnológicos, con participación del sector público y privado.

Entre los países latinoamericanos, el ranking es liderado por Brasil, que aparece en el puesto 29, hecho que no sorprende, pues este país ha sido pionero en el desarrollo de programas nacionales de inclusión financiera que han servido de referente para otros países de la región en la puesta en marcha de políticas públicas y modelos de negocio por parte del sector privado. Le siguen en el ranking Costa Rica, República Dominicana, Uruguay, y más adelante, Chile, Perú, Colombia, Argentina y México. En términos regionales, Latinoamérica queda ubicado por debajo de algunos países del sudeste asiático, pero por encima de África sub-sahariana.

El ranking de países que arroja este índice brinda una imagen comparativa de la situación en términos de inclusión financiera, y es un firme candidato a constituirse a futuro como una herramienta para los hacedores de política económica, y estudiosos en la materia, por tres razones fundamentales.

Primero, el índice estima el grado de inclusión financiera y comparar la situación actual entre los diferentes países basado en una metodología común que lo permite.

Segundo, cuantifica los avances en cada una de las dimensiones de uso, acceso y barreras a la inclusión financiera, lo que creemos se constituirá en información clave para los gobiernos, permitiéndoles comparar y diseñar políticas económicas con foco en aquella dimensión en la que el país tenga su mayor debilidad.

Tercero, hacia futuro, con la llegada de nueva información, la actualización de este índice será de ayuda para el monitoreo de los avances en materia de inclusión financiera a lo largo del tiempo.

En resumen, creemos que este nuevo Índice Multidimensional de Inclusión Financiera puede convertirse en un punto de referencia útil para los hacedores de política económica en la tarea de impulsar equilibradamente el que más personas participen en el sistema financiero formal.

Este camino hacia una inclusión financiera sostenible, que mejore el bienestar de las familias y afiance el crecimiento económico, pasa necesariamente por tener en cuenta sus diferentes dimensiones y considerarlas en el diseño de políticas públicas que comprometan a todos los actores relevantes.