Fernando Ríos, CEO de Rímac Seguros (Foto: GEC)
Fernando Ríos, CEO de Rímac Seguros (Foto: GEC)

Por Fernando Ríos

CEO de Rimac

El puso a prueba nuestros servicios de salud, educación, infraestructura, la generación de empleo y la madurez de nuestra población. Nos enfrentamos a retos que trastocaron cualquier expectativa fijada por el sector público y privado, cuya solución trasciende el corto plazo.

La crisis que vivimos nos llama a modificar la visión que teníamos del del Bicentenario y del futuro tanto de mediano como de largo plazo. El Perú post estará marcado por un hilo transversal a cualquier sector: impactar por fin en la vida de todos los peruanos, sin distinción.

Hoy, la salud y el bienestar encabezan las prioridades de una sociedad que, durante años, vio cómo nuestro crecimiento económico estuvo disociado del desarrollo de infraestructura de salud. Mientras el Perú invierte el 5% de su PBI en salud, países como Chile o Argentina duplican esa cifra. El logro del Perú de las siguientes décadas estará, entonces, marcado por esa ardua tarea de impulsar el acceso a servicios básicos, elevar nuestra competitividad sobre la base de una real descentralización y garantizar por fin una sólida institucionalidad.

El desarrollo de moderna, que conecte al país, y la formalización de la economía serán claves para ello. Y es que, en el Perú post pandemia, todo lo hecho resultará insuficiente. Nuestro futuro depende de que podamos garantizar un crecimiento distribuido y logremos la ansiada descentralización.

El mediano y largo plazo estará marcado por esa impostergable inclusión, por atraer a hombres y mujeres jóvenes de todo el país y aprovechar su talento en el crecimiento del Perú. La competitividad será potenciada por un nuevo entorno de innovación y disrupción casi obligatoria. Debemos apuntar a ser el centro de Latinoamérica por nuestra cultura emprendedora, que crea y desarrolla nuevas tecnologías, servicios de clase mundial; que pasa de exportar materias primas a productos de mayor valor, pero también conocimiento y talento innovador. Por eso, resulta indispensable empezar hoy con la apuesta por una educación pública y privada de nivel global, y por llegar a aquel 40% de peruanos que en pleno 2020 no accede a internet. Necesitamos, hoy más que nunca, remover esas barreras.

Los peruanos sufrimos muchas crisis, pero, incluso en los momentos más difíciles, encontramos la forma de convertirlas en oportunidad. Los actores del desarrollo tenemos ahora esa oportunidad de impactar la vida de los 31 millones de peruanos, de ofrecerles mayores oportunidades y ser relevantes para ellos. Cambiemos la cultura del país, con sólidos valores como el respeto, la solidaridad, la inclusión y un genuino trabajo por enfrentar el cambio climático. El crecimiento depende de nosotros.