(Foto: GEC)
(Foto: GEC)

Manuel Romera Robles

Director Sector Financiero IE Business School

Los dividendos son la parte del beneficio y cash flow anuales que las empresas quieren repartir a los accionistas como remuneración de su capital invertido. En la teoría financiera clásica siempre se ha dicho que las empresas deberían repartir dividendos por el cash flow que les sobra, es decir, la cantidad de caja que no pueden reinvertir en la propia empresa a una rentabilidad mayor que la que produciría esa caja en manos del accionista.

Pero hay empresas y bancos que acostumbran al accionista a recibir dividendo anual de forma más o menos estable. Y no pagarlo significa, primero, falta de rentabilidad directa del accionista dejando al mismo que solo sea remunerado por la subida del valor de sus acciones, y en segundo lugar que algunos accionistas sientan desconfianza por el no cumplimiento de lo único que entienden bien, que es recibir el dividendo en sus bolsillos.

En esta crisis del coronavirus, algunas empresas que habitualmente pagan dividendos han decidido no repartirlo. Se concluye que habiendo hecho otros recortes de pagos, como recortes de personal, no es procedente remunerar al accionista mientras el dinero público asume el coste de sus trabajadores sometidos a un desempleo por la crisis del Covid19.

En EEUU, Donald Trump ha dicho que si las compañías reciben ayudas públicas no pueden repartir dividendos. En México, la CNBV y la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF) emitió una recomendación para que las instituciones financieras se abstengan de pagar dividendos, recomprar acciones y otorgar otros beneficios a sus accionistas.

En Perú, la minera Buenaventura ha anunciado que no pagará el dividendo de 2019, al igual que otras muchas. Solo en España se han anunciado ya el retraso o cancelación del pago de 14,000 millones de euros en dividendos.

Mantener equilibrios es difícil. Los accionistas también tienen derecho a la remuneración de sus inversiones, y las acciones de las empresas se ven muy influenciadas por los dividendos que reparten, ya que no repartirlos pueden generar bajadas importantes de cotización.

Pero la reducción de dividendos se está aplicando también para no poner en peligro la liquidez de la empresa. Como lo ha hecho la multinacional española de autopartes Gestamp, que ha cancelado el reparto de dividendo para reforzar su liquidez tras haber tenido que cerrar sus plantas de fabricación en el mundo entero por el Covid-19.

En este caso, el propio presidente se ha bajado un 50% el sueldo, para dar ejemplo. Por el contrario, otras empresas cuya actividad no se ha visto afectada por la crisis, como Enagás, mantienen su dividendo hasta el 2026.

En cuanto a la banca, el Banco Central Europeo (BCE), primero recomendó en marzo que las entidades financieras debían suspender el reparto de dividendos y la recompra de acciones hasta octubre de 2020. En abril aumentó la presión indicando que emplearía todas las medidas legales a su alcance para evitar el reparto de dividendos por parte de los bancos europeos.

En el caso de la banca, se intentan conseguir dos objetivos con la limitación de dividendos. Por una parte, que los bancos cumplan mejor con sus ratios de solvencia en un momento tan delicado, y por otra parte que impulsar la financiación de la economía. La suspensión de los dividendos que ya han hecho todos los grandes bancos españoles, liberará 150.000 millones de euros de nuevos préstamos para apoyar la crisis del covid-19.

Existen empresas que tienen el dividendo como imagen de marca e incrementan dividendos año a año. Si quisiésemos dar algunos ejemplos, en España podríamos destacar a Enagás, REE, Inditex y Viscofan, en Francia a Loreal o Louis Vuitton, en Reino Unido el caso de Diageo y en EE. UU. podemos destacar a Procter and Gamble, Johnson and Johnson e IBM.

Según un estudio del S&P 500, en la crisis del 2008, las compañías que llevaban aumentando sus dividendos 25 años, bajaron 15 puntos porcentuales menos que el S&P 500, y las que llevaban aumentando sus dividendos 50 años, bajaron 23 puntos porcentuales menos que el S&P 500.

Es decir, que el pago e incremento del dividendo produce históricamente bajadas menores en bolsa de las acciones de estas compañías que las que no los reparten en momentos de crisis como el que vivimos por el Covid19.

Un primer análisis nos empujaría a pensar que reducir los dividendos es negativo para los accionistas. Pero hay que pensar que las estrategias sensatas consisten en velar por la viabilidad de la empresa a largo plazo.

De hecho, endeudarse para repartir dividendos, como hacen algunas empresas, puede acumular graves problemas en el futuro y van en contra de ese equilibrio que tenemos que mantener para poder tener viabilidad y rentabilidad sostenible.