Humberto Martínez
Expresidente del consejo directivo de Capeco
Hace 10 años Capeco inició un movimiento para vincular al gremio con los hombres y mujeres del Perú. Luego de varias ideas concluimos en que las ciudades debían estar en el centro de la atención. Los empresarios de la construcción éramos vistos como personas interesadas en llenar de cemento la ciudad, sin importar la calidad urbana ni el impacto de nuestra actividad. Y esto no necesariamente es así. Estamos en el equipo que hace ciudades, y queremos que sean cada vez mejores, más humanas, aunque sabemos, que todos hemos fallado en esta tarea.
Desde entonces nos reunimos con arquitectos, ingenieros, alcaldes, funcionarios públicos; organizamos un congreso internacional en el año 2012 que tuvo a grandes hacedores de ciudades como Jaime Lerner, Enrique Peñalosa, Joan Busquets, entre otros. Organizamos concursos de arquitectura en los años 2019 y 2020 y la primera Conferencia Ciudad en la que discutimos abierta y pluralmente el estado y destino de nuestras ciudades. Fuimos buscando adhesiones a la causa de hacer ciudad y descubrimos no solo que había más interesados, sino que iban por su propia cuenta, abriendo comprometidamente sus propios caminos. En este proceso, nos encontramos muchas veces y no nos pusimos de acuerdo. Los peruanos nos miramos poco, nos hablamos menos y conciliamos mucho menos aún.
Hacer una mejor ciudad es un problema complejo, y los problemas complejos no tienen soluciones simples o balas de plata. Se requiere siempre de la participación activa y coordinada de todos sus actores, del Ministerio de Vivienda, del Congreso, de las municipalidades provinciales que deben generar sus planes, de las distritales que deben controlarlos, de los gremios de constructores, de trabajadores, de profesionales, de la ciudadanía, de todos. Pero esto necesita herramientas y durante décadas no las tuvimos y, por ello, entre otras razones, es que tenemos las ciudades que tenemos, ocupadas precariamente, en zonas de riesgo, sin identidad, inseguras, inhumanas.
En estos años, hemos visto que desde distintos lugares se han ido sumando voces en la búsqueda de una legislación de base para hacer mejores ciudades y hace pocos días, luego de un intenso trabajo liderado por las arquitectas Solangel Fernández y Elizabeth Añaños, ministra y viceministra de Vivienda, respectivamente, se aprobó en el Congreso la Ley de Desarrollo Urbano Sostenible. Un punto de partida importante para que las ciudades del Perú cumplan con hacer sus planes urbanos, recaudar recursos y cuidar su suelo para un mejor desarrollo de viviendas e infraestructura.
A partir de esta ley también se creará un banco de tierras y tendremos un operador público de suelo. Mención especial merece la reincorporación obligatoria de los parámetros de densidad y coeficiente de edificación, que inexplicablemente dejamos de usar en el Perú hace algunos años y con ello le habíamos quitado a las ciudades herramientas importantes de control y planificación. Hay en esta ley también un primer intento por tratar de manera diferenciada, mediante un mayor impuesto predial, a los terrenos con servicios y sin uso; el suelo es un bien escaso y es mejor alentar a que se use y no se especule con él. Recordemos que el Perú es uno de los países con menor recaudación predial de Latinoamérica.
La nueva Ley de Desarrollo Urbano Sostenible no solo abre un camino para reducir el déficit habitacional de país y la falta de espacios públicos de calidad. Muestra también que los peruanos en nuestra búsqueda de desarrollo compartimos muchas veces los mismos propósitos, pero vamos por caminos distintos y los hacemos absurdamente más largos. El diálogo entre autoridades, académicos, empresarios, trabajadores y ciudadanos nos ha mostrado que podemos llegar a acuerdos valiosos y nos da esperanzas de soñar con que una mejor ciudad es posible.