Casi 140 millones de latinoamericanos -alrededor del 55% de la población activa- trabajan en la llamada economía "informal". (Foto: Reuters)
Casi 140 millones de latinoamericanos -alrededor del 55% de la población activa- trabajan en la llamada economía "informal". (Foto: Reuters)

Siendo esta mi tercera Reunión Regional del Foro Económico Mundial en América Latina, considero que es inevitable reflexionar sobre los acontecimientos de los últimos años. Si bien deseo poder regresar con las noticias de un gran progreso en los mercados laborales regionales, debo, lamentablemente, señalar en cambio los continuos desafíos.

El desempleo juvenil sigue siendo un flagelo. En gran parte de nuestro continente, más del 40% de los jóvenes carecen de trabajo. Peor aún, seis de cada 10 se encuentran en el llamado trabajo "informal", lo que significa que no existe un contrato adecuado o una seguridad social vital, ya sea atención médica o cobertura de pensión. De hecho, alrededor de una quinta parte de los jóvenes de América Latina -o casi 30 millones de personas- son "NINI", ni tienen empleo ni están comprometidos con la educación o la capacitación.

Ante un problema de esta escala, todos nosotros, en el sector público y privado, debemos trabajar juntos para crear oportunidades. Algunas iniciativas han comenzado a ganar impulso, especialmente los programas de preparación para el trabajo y medidas como la participación del Grupo Adecco en la Red Global de Aprendizaje (GAN), creando redes nacionales que fomentan esquemas de aprendizaje en toda la región y ya están presentes en México, Colombia, Argentina y Costa Rica.

Pero la informalidad, en cambio, sigue sin ser enfrentada. Casi 140 millones de latinoamericanos -alrededor del 55% de la población activa- trabajan en la llamada economía "informal" y alrededor de 241 millones no tienen acceso a la protección social.

¿Qué se puede hacer? Podemos comenzar por simplificar y desentrañar las normas y estándares laborales excesivamente complejos y altamente burocráticos que sofocan las economías y la innovación en gran parte de nuestro continente.

Esto significa implementar reformas para impulsar la competitividad y garantizar los derechos de los trabajadores como prioridad de nuestra agenda política. Hay mejores prácticas en las que podemos inspirarnos. El sistema de flexiguridad de Dinamarca, por ejemplo, muestra cómo los marcos regulatorios pueden brindar protección y flexibilidad al mismo tiempo. También necesitamos políticas activas de empleo para promover la formación y la capacitación. Tales movimientos tienen beneficios comprobados e incluso pueden estimular el espíritu empresarial.

En adición debe haber más reconocimiento del rol que juegan las agencias de empleo, que pueden impulsar las oportunidades de empleo para los jóvenes. Los datos muestran que el 40% de los jóvenes que comienzan a trabajar con servicios de empleo privados se trasladan a un puesto permanente en la empresa cliente. Además, se sabe que los países con vínculos estrechos entre los servicios de empleo privados y públicos demuestran una mayor eficiencia y calidad, lo que ayuda a los trabajadores y a los empleadores por igual.

Un país, Argentina, está mostrando el camino dando a actores públicos y privados como nosotros la oportunidad de dar forma a lo que podría ser uno de los mercados laborales más progresivos de la región. Este año, el Ministro de Trabajo de Argentina, Jorge Alberto Triaca, ha propuesto cambios para cumplir verdaderamente con las demandas del mundo actual y crear un entorno que promueva la seguridad y la empleabilidad de los trabajadores a la vez que permita que los negocios se incrementen.

Sus reformas incluyen la simplificación de las leyes laborales, la ratificación del Convenio 181 de la OIT, que permite a las agencias de empleo privadas operar dentro de directrices claras, y la introducción de políticas activas del mercado de trabajo. Los planes de Argentina también implican promover la cooperación entre los servicios de empleo públicos y privados, centrándose en la inclusión e implementando políticas que promuevan el acceso e integración de todos los trabajadores en función de su capacidad e independientemente de su edad, género o etnia, y mucho menos de deterioro físico o mental. El Grupo Adecco Argentina ha respaldado estas audaces ambiciones con su propia iniciativa, llamada #TalentoSinEtiquetas, lanzada en mayo de 2017.

Como CEO regional del Grupo Adecco, estoy comprometido con la lucha contra el desempleo juvenil, el aumento de la empleabilidad de jóvenes latinoamericanos y, sobre todo, la lucha contra la informalidad. Quién sabe, para el próximo año, tal vez podamos decir que logramos mover la aguja.

Por David Herranz
CEO regional del Grupo Adecco para América Latina

Fuente: Foro Económico Mundial