Recientemente el presidente Martín Vizcarra se reunió con los nuevos presidentes regionales. (Foto: Presidencia)
Recientemente el presidente Martín Vizcarra se reunió con los nuevos presidentes regionales. (Foto: Presidencia)

Finalizado el proceso electoral municipal y regional en octubre, el país entra a una etapa donde ahora a las nuevas autoridades les toca elegir a sus funcionarios que los acompañarán en su trabajo de los próximos 4 años. Las decisiones que se tomen repercutirán para bien o para mal en la eficiencia de las futuras gestiones.

Entramos a la etapa de ir trabajando en la transferencia o renovación de poderes, la misma que debe darse de manera ordenada, técnica y como establecen las normas en la materia. Paralelo a este proceso, debe realizarse una correcta elección de los funcionarios de confianza que acompañarán a las nuevas autoridades regionales y municipales.

Al respecto, resulta fundamental que las personas seleccionadas tengan experiencia y estén capacitadas para realizar labores de gestión, es importante también que posean una solvencia moral y ética que permita hacer de su gestión, una gestión pública eficiente y transparente, que esté de acuerdo no solo con el cumplimiento estricto de las normas legales, sino que exista en todo momento la clara intención de servir a su comunidad y/o región.

Las nuevas autoridades tienen la dura tarea de evaluar conscientemente y de manera objetiva a quienes serán sus próximos funcionarios, los mismos que lo acompañarán en el éxito ofrecido a sus electores o al fracaso anunciado por una mala elección. Aquí, la clave es la evaluación minuciosa de los currículum de los mismos para evitar sorpresas a futuro que deterioren la imagen de la gestión (funcionarios procesados, deudores, antecedentes, o con una serie de responsabilidades que hagan inviable el trabajo o gestión transparente), la revisión de los requisitos indispensables para ocupar determinados cargos, respetando tanto las normas internas como externas para ello.

Resulta claro que si la elección es la correcta, las gestiones podrán iniciar su proceso correctamente sin tener que hacer de los primeros meses de gestión una etapa de aprendizaje en el campo y con las consecuencias que esto acarrea a corto (dilación de procesos y plazos), mediano y largo plazo.

Por otro lado, pese a ser cuatro años de gestión, este es muy corto para hacer una trabajo eficiente con funcionarios sin experiencia, resultando aún más corto si la administración se paraliza entre el aprendizaje, corregir lo mal aprendido y dar cuenta de las deficiencias que existen. Por ello, es importante que quienes formen parte del equipo de transferencia de gestión sean quienes ocupen los cargos a recibir, ya que estos técnicamente podrán evaluar que exista una correcta transferencia de gestión administrativa.

Además, con la información útil, correcta y necesaria, podrán hacer que la gestión cuente con la fluidez requerida desde los primeros días. Lo vital aquí es que se tenga funcionarios de confianza eficientes que permita a las nuevas autoridades poder empoderarlos sin tener que preocuparse después, haciendo una gestión más fluida y menos burocrática.

Finalmente, recordemos que es saludable que exista en dichos gobiernos un respeto entre lo técnico y lo político porque se da un escenario donde el técnico deberá respetar las decisiones políticas, en tanto y en cuanto el político respete las decisiones de carácter técnico y normativo para una armoniosa decisión final en beneficio de la comunidad. Este binomio es finalmente trabajo en equipo con habilidades complementarias comprometidas con un propósito común y una serie de metas de lo cual son responsables solidarios. Para ello, hay que tener en cuenta aspectos como la motivación, induciendo a los colaboradores a alcanzar un alto desempeño, pero para que funcione esta figura deberá necesariamente contarse con las personas idóneas para cada cargo, como lo venimos manteniendo.

Por Juan Carlos Leonarte Vargas
Profesor de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico