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Abelardo “Balo” Sánchez León escribió, en noviembre de 2015, que en el Perú hay dos cosas que se han descolgado: el fútbol y el transporte público, y en ambos es un tema de organización. Y, claro, “Balo” tiene razón. Pero vamos por partes: a la pregunta de ¿cómo se logró la clasificación al mundial de Rusia 2018?, la respuesta la brinda la propia Federación Peruana de Fútbol (FPF) al indicar que le dio un gobierno corporativo a la entidad, y, para ello, se contrató a una consultora de prestigio para identificar los problemas que tenía la institución, reconociendo debilidades en sectores claves como la infraestructura, seguridad, administración, finanzas y personería jurídica, además del empoderamiento en un comando técnico bajo el liderazgo de Ricardo Gareca, con autonomía y respaldo de la FPF.

Hasta aquí todo bien, y aún más si uno se pregunta qué tipo de entidad es la FPF, que, a saber, es una persona jurídica de derecho privado, constituida como asociación sin fines de lucro, con plena autonomía e independencia en materia deportiva, administrativa, económica, financiera, organizacional y de solución de controversias en los asuntos de su competencia (según Ley 30727 de febrero de 2018).

Además, sus recursos son muy dinámicos, tales como el 3% de la taquilla de los espectáculos de fútbol aficionado; el 10% de los derechos que se cobren por televisar o difundir por radio partidos de fútbol de las ligas departamentales y los clubes, jugados en el Perú y en el extranjero; los ingresos provenientes por televisar o difundir radialmente los partidos en los que participen los seleccionados nacionales; arrendamiento de bienes y servicios, colocación de sus capitales y derechos de publicidad de los nombres, lemas o imágenes deportivas oficiales; los derechos de televisión o radiodifusión, y de la publicidad móvil o fija; multas que impongan la Comisión de Justicia y la Comisión de Transferencia de Jugadores y los derechos por el registro de contratos; los derechos de afiliación de los clubes y de las ligas departamentales; el 2.5% de las transferencias internacionales de los jugadores; los rendimientos por apuestas deportivas; entre otros ingresos.

Ahora bien, la FPF reconoce que bajo los modelos de gobierno corporativo ha logrado transparentar sus acciones y dirigir adecuadamente una entidad. También ha creado comisiones ad honorem, manejadas de forma independiente para asesorar la gestión. Sin embargo, hace unos días, el Comité Consultivo, la Comisión de Ética y el Tribunal de Apelaciones de la FPF y varios otros funcionarios renunciaron a la FPF, y, rápidamente, la Federación anunció a los integrantes de la nueva Comisión de Justicia. ¿Es realmente un buen gobierno corporativo el de la FPF? El reto es serlo, no parecerlo.

Por Gustavo Jiménez
Docente de la Universidad de Lima