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Jackson Hole: ¿Subiendo o bajando la montaña

Nathaniel KarpEconomista Jefe para EE.UU. del BBVA Research Cada año, a la mitad del verano, los mercados financieros centran su atención en el Simposio Económico que realiza el Banco de la Reserva Federal de Kansas City en Jackson Hole, Wyoming.

Teniendo como escenario espectaculares vistas de las montañas Rocosas, los participantes centraron su discusión en la situación del mercado laboral. Los discursos de Janet Yellen, presidenta del Banco de la Reserva Federal (FED) de EE.UU., y Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), evidenciaron la enorme brecha que existe entre sus respectivas economías.

Por una parte, Yellen enfatizó el importante avance durante los últimos meses en la creación de empleo y la disminución del desempleo en EE.UU., dejando entrever que, en caso de que las condiciones económicas continúen mejorando, el FED podría iniciar el ciclo de subidas de tasas de interés antes de lo pensado.

Lo anterior difiere ligeramente de comentarios anteriores, donde señalaba que la tasa de interés deberían permanecer bajas por un periodo prolongado ante la enorme debilidad del mercado laboral.

Yellen recalcó la importancia de tener un sólido análisis de las condiciones laborales.

Asimismo, resaltó que la política monetaria debe llevarse a cabo de manera pragmática, dependiente del análisis continuo de múltiples indicadores económicos y no de una variable o modelo específico. Esto revela su preferencia por el manejo discrecional de la política monetaria, contrario a la postura de algunos de sus colegas en la FED que promueven la adopción de reglas fijas.

La presidenta de la FED también destacó lo difícil que es medir el grado de capacidad ociosa en el mercado laboral y la complejidad de su interrelación con las presiones inflacionarias.

Esta incertidumbre se traduce en dos escenarios. En el primero, la inflación podría subir aun cuando el mercado laboral no se haya recuperado completamente.

Por tanto, subir la tasa de interés antes de tiempo podría ser contraproducente para la creación de empleo. En el segundo escenario, las presiones inflacionarias podrían tardar en manifestarse aun cuando el mercado laboral se haya recuperado. En este caso, el Fed podría verse forzado a aumentar bruscamente las tasas de interés con efectos potencialmente desestabilizadores. Por su parte, Draghi hizo hincapié en la necesidad de hacer más para reducir el elevado desempleo de la Eurozona, ya que los riesgos de "hacer muy poco" son significativamente mayores a los de "hacer demasiado".

Es decir, que es preferible evitar que el desempleo cíclico se convierta en estructural, aun cuando esto pueda generar presiones salariales e inflacionarias. Para Draghi, la mejor estrategia debe combinar acciones tanto por el lado de la demanda como por el lado de la oferta, a fin de maximizar su impacto.

Por el lado de la demanda, Draghi enfatizó una vez más que el BCE está listo para tomar medidas adicionales para garantizar la estabilidad de precios en caso de ser necesario. Si bien no fue explícito al respecto, algunos de sus comentarios se distanciaron del discurso preparado originalmente y fueron acompañados de un tono alarmista influido por el reciente deterioro en las expectativas de inflación.

Lo anterior confirma su gran preocupación sobre la posibilidad de que la Eurozona entre en una "trampa de liquidez". Asimismo, Draghi hizo una llamada para que la política fiscal juegue un papel más preponderante en la reactivación económica, mediante reglas fiscales flexibles, reducción de impuestos, coordinación entre países y mayor inversión pública.

Por el lado de la oferta, Draghi mantuvo la recomendación de profundizar las reformas estructurales a fin de incentivar la recolocación hacia nuevos empleos, disminuir la duración del desempleo y mejorar las habilidades de los trabajadores; todo ello con el objetivo de aumentar el crecimiento económico en el largo plazo. El mensaje de ambos discursos pone en evidencia que, después de un largo periodo donde la FED y el BCE escalaron la misma montaña –aunque por distintas rutas-, los dos banqueros centrales más poderosos del mundo tomarán caminos opuestos.

Lo anterior tendrá importantes implicaciones para los mercados financieros a nivel global y servirá como la mayor prueba de confianza en los bancos centrales desde la Gran Recesión. No obstante, la principal incertidumbre radica en cuanto tiempo y que tan costoso será para ambas economías retomar la senda del crecimiento.