Redacción Gestión

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Napoleón y Hitler sucumbieron al amargo invierno ruso en sus esfuerzos de expandir sus territorios en . Ahora, Vladimir Putin parece estar exportando un poco de frío ruso, como parte de su estrategia para cambiar las fronteras de Europa a su favor.

En los últimos días se han dado explicaciones por las reducciones en el flujo de gas que Gazprom, una empresa estatal rusa, suministra a Polonia, Austria y Eslovaquia, posiblemente para advertir que no se reexporte nada del combustible a Ucrania.

Rusia proporciona un tercio del gas que diversos países europeos utilizan para calentar sus hogares, generar electricidad y en la industria de alimentos. Hasta ahora la hipótesis que manejan los gobiernos de Europa occidental y los usuarios industriales de gas es que incluso si las relaciones con empeorarán aún más, hay poco peligro de un corte completo y de largo plazo en los suministros, ya que el gobierno de Rusia es muy dependiente de los ingresos provenientes de sus exportaciones de gas.

Sin embargo, una interrupción de corto plazo en los próximos meses, cuando llegue el invierno, no es un escenario tan impensado. Afortunadamente, la mayoría de los países europeos serían capaces de enfrentarlo.

Sus instalaciones de almacenamiento de gas están alrededor del 90% de su capacidad, ya que el pasado invierno fue suave y durante el verano las fueron casi completadas. El año pasado, Europa importó 155,000 millones de metros cúbicos (mmc) de gas ruso; las existencias se sitúan actualmente en 75,000 mmc. Así que los distribuidores de energía europeos tendrían unos pocos meses de gracia para encontrar suministros alternativos.

Noruega, un gran productor de gas, podría bombear un poco más. La desaceleración de la economía de China y la reapertura de algunas plantas nucleares de Japón significarán que más gas natural licuado (GNL) está disponible en los mercados al contado, aunque sea costoso.

Europa tiene la capacidad de importar más de 200,000 mmc de GNL al año, de los cuales sólo el 20% son utilizados. Planes de contingencia están siendo elaborados por la Unión Europea y se dice también que incluyen cortes de gas al sector industrial con el fin de preservar los suministros para la calefacción de hogares y de generación de energía.

La mitad de las importaciones de gas de Europa vienen por tuberías que atraviesan Ucrania, y Rusia ha reducido varias veces el flujo de gas desde el 2006 por disputas de precios con los ucranianos. Si lo hiciera de nuevo, podría bombear más gas por que no pasan por Ucrania. El problema es que éstos no llegan a los países más dependientes del gas ruso, como Hungría, Bulgaria, los países bálticos y Finlandia.

El gobierno de coalición de Finlandia está en riesgo de caer debido a que el Partido Verde está amenazando con abandonar los planes para comprar un reactor nuclear de Rusia, porque se dice que aumentaría, y no reduciría, la dependencia hacia Rusia.

Países de la UE están haciendo algunos preparativos para cortes a corto plazo, pero casi nada se ha hecho para reducir la dependencia a largo plazo hacia Rusia.

Es mucho lo que se podía hacer: los gobiernos pueden alentar la construcción de oleoductos transfronterizos para conectar a los clientes con las fuentes de suministro, incluyendo los terminales de importación de GNL subutilizados; más capacidad de podría también ser proporcionado; y los países con reservas de esquisto podrían utilizar el proceso de fracking. Hasta ahora lo único que se ha producido es aire caliente, y no de la clase necesaria.

Tomado de la revista The Economist