Periodista
Curiosa la posición del gobierno. Mantiene la cuarentena hasta el 30 de junio, pero estimula para que todos salgan a hacer sus compras a Gamarra o a cualquier centro comercial desde ayer 22.
Tan inconsistente es la posición, que el viernes 19 el ministro de Defensa anunció públicamente que ya no se necesitaría de ningún pase laboral ni vehicular desde el 22. Al día siguiente el Primer Ministro le enmendó la plana y dijo que los pases laborales y vehiculares seguían vigentes hasta el 30 de junio. No es raro esto en el Premier, un poco antes también le enmendó la plana públicamente a la ministra de Economía sobre el porcentaje de empresas que estaban reactivándose, y anteriormente a la ministra de Energía y Minas sobre Tía María y Conga. Al final intervino el ministro del Interior y las cosas quedaron menos claras todavía.
Estas idas y venidas del Ejecutivo, y la contradicción entre ministros, han sido pan de casi todos los días durante los meses de mayo y junio. Pero serían solo anécdotas, si no fuera porque generan confusión, desinformación e incertidumbre, en un momento en el que de por medio están la vida y la salud de todos; y cuando una buena parte de la población siente miedo; otra, desesperación; y solo alguna, cierta confianza.
¿De dónde viene el miedo? Estamos entre los seis primeros en el mundo con más contagiados; mueren 200 personas cada día sin que ya nadie le dé importancia a la cifra ni sienta mucho dolor; según un miembro del grupo Prospectiva del Minsa tenemos casi 25 mil muertos confirmados o con sospecha de coronavirus, y no los casi 8 mil que dice el gobierno; y los más prestigiosos medios internacionales informan cada vez con más frecuencia del fracaso de la muy dura cuarentena peruana.
¿De dónde esa cierta confianza? El ministro de Salud dice que los contagios se reducen sostenidamente, la doctora Mazzetti señala que la cuarentena ya no puede continuar, el Presidente dice que la estrategia del gobierno funcionó, y que ya tenemos camas para muchos más enfermos.
“El gobierno cambió el Reactiva por el Arranca; dejó, en plena cuarentena oficial, el ‘Quédate en Casa’ y lo cambió por ‘La responsabilidad principal es de ustedes”’.
¿Y la desesperación? Está en el campo económico. Una terrible caída de la economía que cada vez más instituciones serias confirman; reclamos permanentes de los empresarios –grandes y pequeños- sobre las trabas, condiciones, y problemas que genera el Ejecutivo para la reactivación; improvisación en las fases de reactivación como la de los centros comerciales; errores e inconsistencias en las normas para el Reactiva I, que benefició en una gran proporción a las grandes empresas y no a las medianas y pequeñas, y demoras en el Reactiva II; bonos que no llegan; y publicaciones internacionales que afirman que el Perú ha generado con sus duras medidas la más grave crisis económica del continente. Atrás quedaron los días de elogiosos titulares de la prensa internacional con heroínas y superstars. Hoy, esa misma prensa escribe todo lo contrario.
La versión oficial dice que la estrepitosa caída de la economía ya estaba prevista; que la reactivación avanza bien; que hemos lanzado el más grande y eficaz programa de alivio a la economía; que Reactiva I sí funcionó, que alivió a miles de mypes, y que la culpa de lo malo la tuvo la mala fe de los bancos; que los bonos llegan a todas las familias del país; y que la economía ya se reactiva al 85%.
La verdad es que el gobierno desde el primer día fue pródigo en anuncios: medidas, cifras, comparaciones, programas, bonos. Generó expectativa, y la sensación de que todo estaba bajo control. Quiso infundir seguridad, tranquilidad, confianza. Y lo logró durante un mes. Pero poco a poco se constató que una gran parte quedó en intención, otra en deficiente gestión, y solo unas pocas en eficaz solución.
Luego de una primera etapa auspiciosa, con medidas firmes que generaron consenso, y con el apoyo de la inmensa mayoría de los peruanos, el Presidente prefirió gobernar y seguir enfrentando la crisis en solitario y a su manera, decretando sin liderar y sin convocar.
Lamentablemente, luego de su tremenda subida en las encuestas no solo no aceptó las críticas, sino que además desacreditó públicamente a los que las hicieron. No aceptó sus errores, y muchas veces reincidió en estos. El resultado es el que hemos descrito antes: una dura realidad que atemoriza y golpea, y una verdad oficial en la que ya pocos creen.
Cien días de cuarentena después, cuando el Presidente ya no se dirige al público al mediodía; cuando ya no se mencionan los martillazos ni las mesetas; cuando ya no hay orgullosas comparaciones con otros países; cuando empieza la caída pronunciada en las encuestas; cuando se dan cuenta que al inicio tuvieron un MEF fuerte cuando de repartir dinero se trataba, pero después tan débil para hacer frente a la crisis económica, y a un Congreso complicado que tuvo que aparecer el BCR como hermano mayor y tutor del MEF, promoviendo Reactiva I, apurando Reactiva II, y encarando al Parlamento; cuando para la prensa internacional somos un modelo de lo que no se debe hacer; el gobierno promueve un diálogo informal con el sector privado, con los partidos, y con otros sectores.
De la noche a la mañana el Presidente dejó su tono de mando, recriminación y ataque, y se volvió convocante. De un momento a otro se acercó a la Confiep y apareció en público con ellos. Aceleró una desordenada apertura de la economía, enviando a la gente de compras. Cambió el Reactiva por el Arranca. Eligió la economía, y le dijo a la gente que cada uno debe cuidarse.
Es obvio que las fuertes críticas, los informes negativos de la prensa internacional, pero sobre todo el martillazo que recibió el gobierno el domingo 14 de junio, cuando se enteró que la caída de la economía en abril había sido del 40%, asustaron terriblemente al Presidente y le hicieron cambiar su actitud.
¿Qué significa este repentino cambio?, ¿cuánto le puede durar?, ¿es real o es solo una estrategia para evitar una caída mayor de la economía y en las encuestas? Difícil tener respuestas ciertas.
Más bien se generan nuevas interrogantes: ¿su nueva actitud se trata de un cambio de rumbo frente a una realidad que lo ha superado largamente, o es un rompan filas y un sálvese quien pueda para no seguir siendo blanco de las críticas?, ¿ratificará su confianza en este gabinete y en sus acciones o va a renovarlo para enmendar errores?, ¿su actitud con el empresariado va a cambiar de aquí en adelante o será la misma solo que más cordial?, ¿apoya un sesgo antiempresa como dicen sus críticos?, ¿está de acuerdo con su Primer Ministro de que Tía María y Conga no deben reactivarse a pesar de la crisis?, ¿cree que este Congreso es igual o peor al anterior?, ¿realmente está en desacuerdo con las leyes llamadas “populistas” que da el Congreso o algunas merecen su apoyo?, ¿si está en desacuerdo, cómo las va a enfrentar y evitar que se promulguen?, ¿está dispuesto a hacer cuestión de confianza por alguna de ellas?, ¿el diálogo al que ha convocado tiene una agenda definida y está dispuesto a compromisos firmes, que se hagan públicos y que sean cumplidos durante su gobierno?
¿Cuál será la nueva normalidad para el gobierno hasta el 28 de julio del 2021?