(Fuente:http://lv12.com.ar)
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Sato Tamashiro
Docente de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental

Desde 1950, el 29 de mayo se conmemora en nuestro país el Día del Servidor Público para reconocer la vocación de servicio de las personas que laboran en las entidades estatales. Fecha especial como ésta son una ocasión también para reflexionar sobre las oportunidades de cambio y desarrollo de este segmento de trabajadores.

Un aspecto que merece nuestra atención prioritaria es el de equidad de género expresado en la igualdad de oportunidades y condiciones laborales entre mujeres y hombres. En una publicación de la OCDE (2016) se indica que muchos gobiernos reconocen que la diversidad en los servicios públicos, lo que incluye la diversidad de género, ayuda a la justicia, representatividad, transparencia e imparcialidad. Normas como la recién publicada “Guía Metodológica para la valoración objetiva, sin discriminación de género, de puestos de trabajo y elaboración de cuadros de categorías y funciones” del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, evidencian tal preocupación.

Es un hecho que la equidad de género, en el contexto laboral en el Perú, sigue siendo una aspiración, ya que los datos evidencian brechas significativas en diversos contextos como obtener o mantener el empleo y línea de carrera, entre los más evidentes. Este año, SERVIR publicó datos clave sobre la participación de la mujer en el servicio civil peruano. A saber, casi 5 de cada 10 servidores civiles son mujeres, y el 49% de ellas ha culminado estudios universitarios, cuando los hombres sólo alcanzan el 38%. Sólo este aspecto nos señala inconsistencias cuando observamos que, aun cuando ha aumentado el número de mujeres funcionarias y directivas en los últimos años, éstas solo alcanzan el 34% y en general, la brecha salarial es de 14% en favor de los hombres.

Un estudio similar de Servir del 2018 señala que una de las causas principales del acceso inequitativo de las servidoras civiles a los puestos de dirección es la existencia de factores subjetivos o prejuicios en relación a ellas (26%). Este resultado podría expresar discriminación en procesos de gestión de recursos humanos como en la selección y desarrollo de carrera. Sin embargo, la data no demuestra todos los desafíos que enfrentan las mujeres en el espacio de trabajo. Hay en el día a día, otras expresiones de tensión, en las relaciones interpersonales con sus supervisores, pares o colaboradores.

Las entidades públicas aún carecen de políticas y prácticas para reducir las brechas, las que no solo deben enfocarse en aspectos formales de acción afirmativa. Los titulares de las entidades y los gestores de recursos humanos tienen la gran tarea de construir culturas de equidad y políticas que atenúen las barreras de la mujer en el trabajo. Después de todo, sólo creando bienestar al interior de la organización podrá genuinamente expresarse la vocación de servicio y brindarse bienestar a los ciudadanos.