Cerrón empuja, ¿y la oposición? (Foto: archivo GEC)
Cerrón empuja, ¿y la oposición? (Foto: archivo GEC)

Periodista

Da la impresión que con el paso de los días el gabinete Bellido va “asentándose”, y que varios de los ministros cuestionados están “sorteando” los pedidos iniciales de renuncia. Y hay varias razones para pensar esto.

Conocido el nombramiento del nuevo premier hubo un mayoritario rechazo a la presencia de Guido Bellido, el mismo que se hizo más fuerte aún una vez que se conocieron los nombres de los miembros del Gabinete Ministerial, y cuando se supo que no había ministros de Economía y de Justicia.

En ese momento, la protesta llegó desde la derecha extrema hasta la izquierda en todos sus tonos, menos desde el sector “mendocista”, que no dudó en cerrar filas con el cerronismo. Hasta a un sector de Perú Libre la designación le supo a trago amargo. Y “la calle” se empezó a calentar.

El rechazo a lo que se consideró el gabinete de “choque” de Cerrón para clausurar el Congreso, fue general. Tanto que se llegó a pensar que nuevamente las protestas podrían cambiar el rumbo de las decisiones gubernamentales haciendo renunciar a Bellido, o hasta vacar a Pedro Castillo, como antes hicieron caer a Manuel Merino.

Pero llegó el salvavidas para Bellido. Veinticuatro horas después Pedro Francke salvó al nuevo premier que estaba a punto de caer. La juramentación del ministro del MEF amenguó la protesta porque para ciertos sectores su presencia daba algo de tranquilidad y moderación. Para algunos, sobre todo en el sector empresarial, un nombre, Pedro Francke, prácticamente “garantizaba” un gabinete. Bellido se quedó, la calle “entibió”, y los reflectores apuntaron a algunos otros ministros.

Unos días después siguieron las críticas a algunos miembros del Gabinete, pero empezaron también los nombramientos de cuestionados funcionarios, y los titulares de los medios pusieron el lente en estos. Ya no se habló de vacancia ni se siguió exigiendo con la misma intensidad la renuncia del premier.

En este escenario, y ante la arremetida cerronista que no quiere dar ventajas ni perder el tiempo –con el silencio absoluto de Pedro Castillo-, la oposición no tiene forma ni contenido. Está atomizada y confundida, o quizás atemorizada. Todos son pronunciamientos aislados.

Unos quieren poner paños tibios, otros dicen que hay que escuchar todavía, algunos exigen renuncias, mientras los demás no saben qué hacer ni qué decir. La voz cantante la lleva un congresista de Renovación Popular.

En realidad sienten que los han puesto contra la pared, y la voz de Cerrón preguntando qué pasa cuando un Congreso le niega la confianza a dos gabinetes, les susurra en los oídos. La ya famosa posibilidad de quemar la bala de plata, los tiene asustados, parece. Están seguros que si le niegan la confianza a Bellido vendrá Nájar, y la profecía se cumplirá.

Se barajan varias opciones, desde llamar pronto al premier y a un ministro para “zarandearlos”; abstenerse al momento de que pidan la confianza (lo que tiene un límite hasta que alguien ceda); negar la confianza (la bala de plata); o entregar la confianza y luego censurar a los ministros (hasta que el Gobierno haga cuestión de confianza con algún ministro).

Queda claro que Cerrón empuja y la oposición está a la defensiva.