Enrique García
Director de UTP Chiclayo
Teletrabajo, home office, trabajo a distancia o remoto son denominaciones que la nueva realidad laboral ha exigido a un gran número de empresas para continuar desarrollando sus actividades.
Sin embargo, esta práctica laboral comenzó en nuestro país tiempo antes de la pandemia. Según estudios de la consultora Mercer Perú y Marsh, en 2018, el 22 % de las empresas peruanas estableció algunos mecanismos y pruebas con sus colaboradores para desempeñar el trabajo remoto. Entonces, entre los resultados destacó la falta de un ordenamiento jurídico respecto a las obligaciones del empleador, así como la necesidad de contacto e interacción entre los colaboradores, que favorecen aspectos relacionados al clima laboral, la productividad y la creatividad.
Durante la pandemia por la COVID-19, varias instituciones educativas, comercios, empresas de servicios, entre muchos otros rubros, han tenido que acelerar esta situación que ya era inevitable, pero que no se dimensionaba de una manera contundente. Sin mucho espacio para una reacción gradual por el impacto, nos tuvimos que adaptar como colaboradores; y desde las empresas, brindar una serie de facilidades. Todo ello para garantizar, cuando menos, un correcto desarrollo y monitoreo de las labores.
Cambio en el panorama
Actualmente, el teletrabajo se encuentra normado en nuestro país por la Ley N° 30036, Ley que Regula el Teletrabajo, cuya aplicación traerá beneficios a una nueva modalidad de prestación de servicios favorables para el colaborador, así como una reducción de costos laborales para el empleador con el ánimo de incentivar la formalidad en la contratación laboral.
Por otro lado, proyectar lo que será el teletrabajo después de la pandemia puede ser aún algo difícil de precisar; sin embargo, esta modalidad ha permitido lograr en las empresas una serie de eficiencias y optimizar el aspecto financiero, funcional, el alcance en la comunicación, el servicio oportuno al cliente, etc. No obstante, para poder consolidar ello, se deben definir indicadores de rendimiento que sean comprendidos por el líder y el equipo. Este enfoque debe ser soportado por herramientas de inteligencia empresarial que den visibilidad sobre la consecución de resultados.
De acuerdo con información del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo y con el diario Gestión, el número de teletrabajadores ha incrementado de 648 en enero de 2017, y 2,200 en enero de 2020; a la cifra de 220,000 trabajadores remotos en julio del último año.
Es evidente que, incluso superada la pandemia, un importante número de empresas decidirá mantener, en mayor o menor medida, este formato de trabajo. Sin embargo, es importante reconocer que la posibilidad de interactuar, compartir y co-crear entre miembros de un equipo suele darse en espacios que contribuyen y estimulan ello, y es ahí donde radicará el reto de las empresas. Sin duda, muchos de los aprendizajes logrados formarán parte de su cultura como una constante en adelante.