Eduardo Hochschild
Nuestro profundo homenaje y la mayor gratitud a todos aquellos que entregaron su vida -y a quienes la siguen entregando- para protegernos, cuidarnos, y luchar incansablemente -en todo el país, desinteresadamente, desde el anonimato, y en las condiciones más adversas- para tratar de salvar nuestras vidas. Son un orgullo para nuestra nación.
Cuando el mundo recorría sendas de crecimiento económico y de una consolidada globalización; de modernización y permanente innovación; de mayor apertura de los mercados y sólido progreso de las economías emergentes; de un dinamismo casi sin precedentes en sectores como el turismo, la construcción, el desarrollo de infraestructura, la tecnología, el comercio, la agroexportación, entre otros; aparecieron, en diciembre del 2019, las primeras noticias de una epidemia de neumonía en Wuhan, China.
En medio de acontecimientos mundiales de suma importancia como la llamada “guerra comercial”, la situación política y la campaña electoral en los Estados Unidos, el Brexit en Europa, o los acontecimientos sociales en América Latina, el mundo vio las noticias de Wuhan como veía otras similares: lejanas, episódicas, casi anecdóticas.
Nadie podía imaginar que, tan solo dos meses después, esa epidemia de neumonía se convertiría en el enemigo invisible más poderoso y letal al que el ser humano -en todas las naciones del mundo sin excepción- ha tenido que enfrentarse en toda su historia.
El coronavirus ha generado consecuencias inimaginables para todos nosotros: la lamentable muerte y penoso contagio de millones personas en muy pocos meses; el confinamiento de la población a nivel mundial; el cierre de fronteras; el uso permanente de mascarillas y el distanciamiento físico de nuestras propias familias; la desconfianza, el temor, la incertidumbre generalizados; y, literalmente, un futuro inmediato incierto, que está supeditado a las “olas” y variantes que el virus puede generar, y al proceso de vacunación a nivel mundial.
Pero así como este virus nos enfrentó con la parte más vulnerable de nuestras sociedades (la atención y cuidado de la salud, infraestructura hospitalaria, equipamiento médico, abastecimiento de agua, pobreza, hacinamiento, informalidad, etc.), y de nosotros mismos como personas (condiciones de vida, costumbres, cuidado de nuestra salud, higiene); también es verdad que la humanidad, nuestras sociedades, las instituciones y organizaciones, nuestro país, y nuestras empresas, han podido hacerle frente al coronavirus con todo aquello que hemos podido avanzar en el período previo a la pandemia.
El crecimiento económico, la fortaleza de las economías emergentes, la solidez empresarial, y el desarrollo del comercio internacional han permitido a las naciones hacer frente a la paralización de las actividades económicas decretadas por necesidad pública. Ha sido esa fortaleza y solidez económica la que le ha permitido al Perú, por ejemplo, tener los recursos para enfrentar la emergencia sanitaria, económica y social.
La innovación y el acelerado avance de la tecnología han impedido que el mundo, las sociedades, las empresas, los hogares, queden incomunicados y paralizados en medio de cierres de frontera, de cuarentenas y confinamientos generalizados, toques de queda, estados de emergencia, caos y desconcierto.
Ese avance tecnológico ha permitido el permanente flujo de información en tiempo real, la comunicación fluida entre las autoridades y la población, las campañas de comunicación e información; así como la continuidad de las actividades empresariales, el trabajo remoto, las reuniones y la capacitación virtuales, la transferencia de dinero, las compras virtuales, el delivery.
La educación ha sido quizás la más beneficiada de ese avance tecnológico en todos sus niveles. Sin la posibilidad de clases presenciales, la innovación tecnológica ha hecho posible que los procesos educativos no se paralicen.
El avance de la ciencia está permitiendo encontrar la forma de bloquear al virus. Años de estudios empiezan a dar sus frutos, y todas las investigaciones previas permiten que el mundo pueda tener en breve plazo las vacunas para inmunizar a la población.
El coronavirus nos ha golpeado muy duramente, pero no nos ha derrotado, y no podrá derrotarnos porque el mundo cambió desde hace varios años, y todos esos cambios nos pusieron, y nos ponen, en mejores condiciones para enfrentar esta pandemia.
No sabemos qué ocurrirá en un futuro próximo. Pero lo que sí sabemos es que la humanidad, con todos sus conocimientos y avances, no dejará de luchar ni se dejará vencer; y que nuestra gente, accionistas, colaboradores, proveedores, vecinos, ciudadanos, emprendedores, jóvenes y adultos, estaremos aquí, en primera línea, para seguir trabajando decididamente por nuestra salud y la de nuestras familias, por el desarrollo de nuestras regiones y nuestro país, y para seguir apoyándonos y cuidándonos mutuamente.