MEF. (Foto: GEC)
MEF. (Foto: GEC)

1. Es justo empezar por reconocer el compromiso con el país de Waldo Mendoza al haber asumido la cartera de Economía y Finanzas en las circunstancias tan difíciles que lo hizo. Él y la mayoría de peruanos sabíamos que no la tenía fácil: heredaba una situación fiscal muy deteriorada y enfrentaría iniciativas populistas de congresistas irresponsables durante el escaso tiempo del Gobierno de transición. Complicado meter goles en estas circunstancias… Más bien, el ministro tendría que fungir de arquero. Seamos claros: nadie esperaba un Messi, pero sí un Pedro Gallese o un Óscar Ibáñez, además de un equipo ministerial que sirviese como una buena línea de defensa.

2. Han transcurrido 52 días, restan 200 del partido de este Gobierno. En términos futbolísticos, recién llevamos jugados 18 minutos del primer tiempo. Y ¿cómo va el marcador en el campo de la economía? No muy bien. Sobre el presupuesto para el 2021, poco es lo que se podía hacer: debía ser aprobado por el Congreso el 30 de noviembre, antes de que el ministro Mendoza cumpliese dos semanas en el cargo. Si bien los congresistas alegremente añadieron iniciativas de gasto, la verdad es que casi nunca se ejecuta todo el gasto aprobado (sobre todo en un año electoral). Por lo tanto, aunque el Congreso le quiso meter goles con el presupuesto, la verdad es que todavía está por verse cuán bien defiende el arco.

3. A comienzos de diciembre se empezó a gestar el primer gol en contra: se derogó la Ley de Promoción Agraria y, a fin de mes, se sustituyó por una norma contraproducente. El Congreso intervino por vez primera en la fijación de salarios en el agro, uno de los sectores que más empleo genera en el país. Otorgó una “bonificación especial” que incrementó el costo laboral de decenas de miles de trabajadores por encima del valor de su productividad. Los ha condenado al desempleo o a la informalidad. Este es uno de los mayores despropósitos legislativos en materia económica de las últimas tres décadas. El gol en contra se vio venir durante semanas, pero el Gobierno no presentó alternativa alguna –a pesar de los pedidos del Congreso en este sentido–, se quedó esperando el golpe. Y tras recibirlo, optó por no observar la norma, a pesar de que el MEF había informado sobre el daño que esta infligiría: 0-1.

4. Tras el primer gol, la delantera populista arremetió nuevamente y aprobó una ley que fija topes a las tasas de interés. La ley no ha sido observada aún. Si finalmente se aprueba será un claro 0-2 y los peruanos retrocederemos en el tiempo vertiginosamente. El Congreso nos demuestra que no era necesario cambiar el capítulo económico de la Constitución, que con unos congresistas radicales y unos cuantos azuzadores en las calles o carreteras, toda irracionalidad económica es posible.

5. Y como si todo lo anterior no fuese suficiente, el Ejecutivo reglamentó una norma tributaria de manera sorpresiva y sin mayor explicación, contribuyendo a la percepción de que se estaría vulnerando el secreto bancario. Este tema es muy sensible y debió explicarse con claridad pues ya se contaba con el ITF. ¿Por qué aprobar este tipo de normativa de manera inconsulta en un entorno caracterizado por una enorme incertidumbre? ¿Se trata de un blooper y de un posible (y horrible) 0-3? Ojalá que no y que pronto se ofrezca una explicación sensata.

6. Faltan algo más de 70 minutos de juego en los que se podría meter algún gol, pero principalmente se debe evitar una goleada. Y para ello habrá que ser mucho más proactivo que en los primeros 18 minutos ya jugados. El partido no está perdido, es cuestión de liderar, comunicar mejor y dejarlo todo en la cancha.


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