Diego Romaní
Gerente VP, Commercial & Consumer de Marsh
Es por seguro que la pandemia por el COVID-19 y sus mutaciones presenta ciertas afectaciones en nuestras relaciones interpersonales que, sin duda alguna, son mermadas producto del estrés, tanto para una persona que se encuentra en cuarentena como para aquella que tiene complicaciones laborales o ha visto reducidos sus ingresos económicos de alguna u otra manera.
El estrés es un sentimiento de tensión, ya sea emocional o física, que proviene de cualquier pensamiento que pueda hacernos sentir frustrados o nerviosos; siempre es una reacción a un desafío o a una demanda. Desde hace algún tiempo se habla del estrés positivo y negativo, donde el primero se presenta como un reto y potencia nuestra creatividad y productividad con el fin de superarlo; provoca vitalidad, así como también produce bienestar y equilibrio. El negativo, sin embargo, disminuye nuestro rendimiento, produce fatiga, invoca a la ansiedad y preocupación y es la puerta abierta para entrar a una depresión.
El distanciamiento social y, especialmente, la incertidumbre que se viene viviendo, contribuye a que el estrés negativo se dispare en la población. Sentimientos como miedo e irritabilidad ya son materia de discusión en el Comité de Control de Crisis de una organización. Según estudios de la Universidad San Martín de Porres, durante el 2020 las personas que se encuentran en cuarentena son particularmente vulnerables a la depresión y ansiedad debido a la ausencia de comunicación interpersonal. A esto se le suma la complejidad de cumplir al mismo tiempo las responsabilidades en el ámbito profesional y en el personal.
Es indiscutible que, en la mayoría, se ha duplicado la jornada laboral durante la pandemia debido a una sobrecarga que puede impactar en el bienestar físico y mental, por tanto, es importante adoptar medidas preventivas y estar en ambientes (físicos –en casa-, y virtuales) que permitan reducir el estrés negativo e incentivar aquellos aspectos positivos de nuestro día a día. Para ello, las empresas no pueden bajar la guardia, deben seguir desarrollando actividades que permitan mantener el bienestar personal y profesional de cada uno de los integrantes de la organización.
Combatir el estrés laboral es fundamental hoy en día: las pausas activas, tomar un descanso de la rutina, poner límites de horarios (desconexión digital), realizar deporte u otra actividad recreativa en casa a través de plataformas digitales, etc., son elementos esenciales. De igual manera, crear espacios virtuales de interacción con los compañeros de trabajo, compartir experiencias y encontrar nuevas ideas creativas, permite aligerar esa carga al mismo tiempo que se da un acompañamiento mutuo a esta situación tan difícil pero no imposible de afrontar, la cual venimos viviendo por casi un año completo en el país.