Periodista
Esperamos que con este nuevo Gabinete soplen nuevos vientos en el Ejecutivo, y se tomen las mejores decisiones para enfrentar las tres crisis que nos sacuden: sanitaria, económica, y social.
Esperamos, con expectativa, lo que nos diga el Ejecutivo el 28 de julio. Porque suponemos que los anuncios que el jefe de Estado haga incluirán o se sustentarán en los cambios, planteamientos y/o aportes de los nuevos miembros del Gabinete.
Por tanto, este 28 sabremos, finalmente, cuál será ahora la orientación del Gobierno (“derecha”, “liberal”, “centro-izquierda”, “centro-izquierda-moderado”, “pragmático”) durante los próximos meses. Y veremos si el cambio marcó una diferencia, y qué tan buena puede ser.
Algunos, quizás con mucho optimismo, esperábamos inmediatas nuevas actitudes, y algunas muestras de que muy temprano notaríamos cambios relevantes. Tendremos que esperar.
Y decimos esto porque cuando ayer se comunicó que el presidente daría su ahora esporádico mensaje del medio día, esperábamos que el jefe de Estado hable –prioritariamente y con claridad– sobre la preocupante situación sanitaria que se vive en muchas regiones del país, ahora que vivimos un recrudecimiento de los contagios y fallecimientos. Para nuestra sorpresa, no fue así.
A pesar de que la presidenta de Essalud señaló que no había ni una sola cama UCI disponible ni en hospitales ni en clínicas; de que la ministra de Salud dijo que si los contagios seguían incrementándose volveríamos a la cuarentena; de que Huánuco tiene una situación de salud tan dramática y muy similar a la de Arequipa; de que en el Cusco hay un franco ascenso de infectados, por lo que piden se retome la cuarentena obligatoria; de que en Cajamarca los contagios crecen y los hospitales colapsan; de que Junín no tiene oxígeno, lo que obliga al cardenal y arzobispo de esa región a hacer una campaña para conseguirlo; de que en la región San Martín siguen los contagios y se cierra la Municipalidad de Rioja hasta el 3 de agosto por el incremento de contagios en esa institución; la prioridad del presidente y el primer punto a tratar y comunicarle al país fue sobre las tres leyes que el Congreso le había enviado respecto a la reforma política.
El segundo punto fue el diálogo con las bancadas del Congreso. Y casi al final de su alocución habló solo de Arequipa, anunciando que va a intervenir sumando esfuerzos, y no desplazando a la región de sus atribuciones. Del resto, nada, salvo algunas referencias muy puntuales en el momento de las preguntas.
Otra sorpresa –por lo contradictorio e incoherente– fue cuando el presidente señaló que los restaurantes podrían ser focos de contagio del coronavirus y que mejor no vayamos. ¿Por qué entonces el Ejecutivo –y el mismo presidente– se apresuró en anunciar la autorización para que reabran sus salones el 1 y luego el 20 de julio?, ¿por qué les hicieron gastar en cumplimiento de protocolos y crearon tantas expectativas?, ¿por qué no les dijeron claramente que esperen hasta agosto o setiembre, como ahora lo hace la ministra Mazzetti con bares y discotecas?
Sí, pues, fuimos muy optimistas. Hay que esperar.