La papa Shulay. (Foto: Andina)
La papa Shulay. (Foto: Andina)

Efraín Gonzales de Olarte
Profesor del Departamento de Economía de la PUCP

Un buen año agrícola es un mal año para los agricultores productores de papa. Parece paradójico, pero no lo es. Veamos porqué.
La producción de papa y otros tubérculos tiene algunas características cuyo tratamiento no es tan simple como se cree. Un mal diagnóstico del problema puede llevar a medidas desesperadas como la de comprar los excedentes.

Características
La primera característica es que hay una enorme variedad de papas, se estima que diariamente en los mercados del Perú habría más de cien en venta. La segunda, la papa se produce desde el nivel del mar hasta casi 4mil m.s.n.m., de ahí las variedades adaptadas a diversas eco-climas y altitudes. La tercera, es el producto por excelencia de los campesinos, sobre todo de los pobres, es una fuente alimenticia importante y producen para su autoconsumo. La papa es la base de la economía y de la vida de los campesinos. La cuarta, la papa no se puede almacenar de un año para el otro, como es el caso del maíz, habas o arroz, la única manera de hacerlo sería deshidratándola y produciendo chuño o moraya. La quinta es que las unidades productivas –comunidades, familias comuneras, pequeños y medianos agricultores y grandes empresas- rebasan el millón, esto quiere decir que hay productores de papa en cada valle costeño, interandino y en tierras de ladera. La sexta, la papa tiene un valor relativamente bajo por kilo y su mercado espacial está limitado por el costo de transporte, es decir, un productor de papa blanca de Huánuco no puede vender su papa en Tacna, por las grandes distancias los costos de transporte harán que el precio de la papa al llegar a destino sea mucho mayor que la papa producida en los valles de Tacna. En consecuencia, los mercados de la papa son regionales, a menudo micro-regionales, cuando las carreteras son malas y las productividades bajas.

Clima y disponibilidad de agua
La agricultura depende en gran parte del clima y de la disponibilidad de agua. Un buen año tiene ambos atributos y el resultado es que la producción es mayor a la esperada y se traduce en una mayor oferta. Por el lado de la demanda hay dos clases: la demanda para consumo directo, que es el mayor volumen, y para la transformación industrial, que es el menor. Los peruanos consumimos anualmente una cantidad más o menos fija, nadie come más papa fresca si los precios bajan, es decir la demanda por papa es “inelástica”. Cuando en el mercado hay una mayor oferta frente a una demanda rígida, no sólo hay una disminución del precio sino que, además, se genera un excedente que no se puede vender ni en el mercado local, ni en otros, ni exportar, porque en cada región ocurre lo mismo y los costos de transporte limitan el ámbito del mercado. Adicionalmente, en un buen año la reducción del precio puede ser tan crítica que los productores no llegan a cubrir los costos de producción, como consecuencia tendrán pérdidas. Esto es lo que ha ocurrido hace poco y por ello los agricultores solicitan que se compre sus excedentes en todas las regiones. Un buen año agrícola es un mal año comercial.

Comentarios
Frente a una situación así surgen varios comentarios. Primero, el número y la heterogeneidad de los productores de papa es tan grande, tanto como la desigualdad de sus productividades, que los precios se fijan en función de la demanda en cada mercado local o en las ciudades, es decir que los precios son distintos en cada región o microrregión, por lo que las políticas deberían ser sectoriales y, sobre todo, regionales. Se trata pues de mercados demarcados por las distancias y la geografía.

Segundo, el principal problema de la papa es que no se ha logrado mayor industrializción o darle mayor valor agregado. La demanda de la papa como insumo tiene una elasticidad demanda mucho más alta, es decir que una sobre producción puede bajar el precio pero no tanto como cuando sólo se usa para el consumo directo. Si la papa se utilizara para producir etanol y éste sirviera como combustible automotor, los precios de la papa serían mayores, muy estables y no habría sobre excedentes. Además, si la economía creciera, la demanda por papa también crecerá. Esta sería la solución para erradicar la pobreza de los campesinos. Mientras la papa tenga una baja demanda industrial o para la gastronomía, el problema de sobreproducción y precios altos y bajos será una constante.

Tercero, una de las principales ausencias en la política agraria es que no hay un sistema de seguros que permita a los agricultores recuperar su inversión en caso de revés comercial. Por alguna, razón la orientación neoliberal de la política económica está en contra de las políticas sectoriales, que en el caso de la agricultura es una necesidad imperativa y que existe en todos los países, salvo en el Perú.

Cuarto, en casi todos los países desarrollados los agricultores son subsidiados por el estado por razones de seguridad alimentaria. La producción que alimenta a una nación debe estar asegurada y el estado, es decir toda la sociedad, asume los riesgos que conlleva la agricultura, tan dependiente de fenómenos naturales no controlables por nadie. Es conocido los cientos de millones de dólares que gastan los Estados Unidos para subsidiar el trigo y la leche o el Japón para subsidiar el arroz. En el Perú la palabra subsidio está vedada por razones ideológicas de los que creen que la economía de mercado se parece a los libros de texto.

Es obvio que hay dos planos en los que hay actuar. En el corto plazo, la compra de los excedentes de papa por el Estado peruano debería estar dirigida a los campesinos más pobres y no tanto a los agricultores comerciales que aprovechan de la ocasión para asediar a un estado débil. Hay varios comentaristas que dicen que la compra de estos excedentes se hará con la plata de todos los peruanos (nuestros impuestos) lo que se olvidan es que todos los peruanos estamos comprando papa más barata, es decir hay una compensación. En el mediano y largo plazo, lo que cabe es tener un política agrícola-regionalizada, que incluya el planeamiento de cultivos, el manejo del agua, el acceso al crédito y seguros de producción, pero sobre todo se requiere de una política que está más allá, en la industria, los servicios y la exportación de papas exóticas y ecológicas cuya calidad puede ser pagada por consumidores externos fácilmente.

Finalmente, es importante la investigación para encontrar nuevos usos a la papa: alcoholes, chips, harina, deshidratación y otras aplicaciones que sólo la investigación puede ofrecer.

La papa fue domesticada por los antiguos peruanos y nosotros lo modernos peruanos no hemos hecho mucho para mejorar su uso.