Crecimiento. El impacto económico de la vacuna contra el covid-19 ya figuraba en las proyecciones para este año que elaboró el BCR a fines del 2020: “Se espera un esquema ordenado y eficiente de vacunación” para el 2021, señalaba su Reporte de Inflación de diciembre pasado. El Gobierno de Francisco Sagasti lo entendió y puso en marcha el proceso. El de Pedro Castillo –más específicamente, su ministro de Salud, Hernando Cevallos– lo continuó.
El BCR sostiene que la recuperación del PBI en el tercer trimestre, que en términos desestacionalizados creció 1.1% por encima de los niveles prepandemia (cuarto trimestre del 2019), se explica, en parte, por el avance en la vacunación, a la que está ligada la reducción de contagios, lo que contribuyó a acelerar el gasto privado. También influyeron las posiciones expansivas de las políticas fiscal y monetaria, aunque desde agosto el instituto emisor está subiendo su tasa de interés de referencia –para contener la inflación, pero tiene un efecto desacelerador sobre el PBI– y la inversión pública está retrasada respecto de lo presupuestado.
Lamentablemente, otros supuestos que el BCR consideró en diciembre del 2020 no se han cumplido: reanudación de proyectos de inversión y recuperación de la confianza y del mercado laboral, y sobre todo un entorno de estabilidad social y política, “con lo que las decisiones de inversión de hogares y empresas y creación de empleo no se verían postergadas”. Desde que Castillo asumió la presidencia, estos factores clave para asegurar una reactivación que trace el camino del crecimiento a largo plazo se han ido deteriorando, y sus perniciosas consecuencias comienzan a hacerse evidentes.
El PBI de octubre creció 4.55% respecto del mismo mes del año pasado, cuando la contracción de la economía empezó a ser menos pronunciada. Como ya hemos señalado, el efecto estadístico comienza a diluirse y está cediendo su lugar al “efecto desconfianza”, y los sectores vinculados con la inversión están sintiendo el golpe. Banca decreció por segundo mes consecutivo, mientras que construcción cayó luego de doce meses en alza. La prueba más clara de ese efecto es que, en términos desestacionalizados, el PBI de octubre retrocedió 1.19% respecto de setiembre.
Si bien el año terminará con una expansión de 13%, no será mérito de Castillo ni de la actual gestión del MEF. Es más, las proyecciones para el próximo año no dejan de ser revisadas a la baja. Lo peor es que no hay vacuna contra los desaciertos del Gobierno.