Pobreza. (Foto: Difusión)
Pobreza. (Foto: Difusión)

Gasto eficiente. A diferencia de la, que con las justas pudo ejecutar la mitad de lo presupuestado para el 2019, el gasto social sí estuvo cerca de cubrir todo lo asignado. Ello debido a que los programas sociales están en marcha desde hace buen tiempo y su funcionamiento está basado en el cumplimiento de cronogramas de desembolsos. Sin embargo, eso no significa que ese gasto sea eficiente, pues los niveles de filtraciones y de subcobertura siguen siendo elevados.

Otra debilidad de la política social es que está orientada al alivio de la pobreza, es decir, está concentrada en las carencias económicas, cuando la de oportunidades cubre un espectro más amplio de necesidades. Al respecto, se está avanzando en educación escolar, aunque muy lentamente, pero en todo lo demás el país continúa rezagado. Es el caso de la salud, pues aunque la cobertura ha aumentado, el servicio para quienes tienen menos recursos es de pésimo para abajo. Algo similar ocurre con el transporte público.

Según el es muy frecuente que la desigualdad sea definida y medida bajo la noción de que el dinero es lo más importante, y ese es precisamente el error de la política social peruana. Estos meses hemos constatado que la desigualdad se manifiesta de muchas formas, desde maltratos a conserjes y entrenadores (“si te llamo, tú vienes”), hasta la muerte de dos adolescentes porque la cadena de fast food donde trabajaban no se preocupó por su seguridad, o los policías que no atendieron las súplicas de los vecinos –si hubiesen actuado, quizá habrían podido evitar el asesinato de una madre y tres de sus cuatro hijos–.

Es que una de sus consecuencias es la discriminación. Así que una política social concentrada exclusivamente en el alivio de la pobreza no funcionará. De hecho, en aspectos como la anemia y la mencionada baja calidad en salud, no está funcionando. Es obligatorio mirar más allá para entender que lo urgente es desterrar la arraigada idea de que hay personas que son inferiores a otras. La convulsión social en la región ha tenido detonantes económicos, pero en realidad ha sido la expresión del hartazgo de que unos pocos se han estado beneficiando a costa de la mayoría.

Sería ilusorio que en año y medio el Gobierno logre algún resultado concreto, pero sí es posible iniciar una política pública de largo aliento enfocada en ampliar y profundizar la política social y en combatir las desigualdades, no solo la económica, sino todas.