(Foto: EFE)
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COMUNICACIÓN. El presidente Martín Vizcarra y su parcialmente remodelado equipo siguen haciendo oídos sordos a los crecientes pedidos de una campaña de comunicación masiva sobre el COVID-19. Quizás él y sus ministros crean que es suficiente con sus esporádicas conferencias de no-prensa –en las que lanza arengas a los ciudadanos para que se cuiden–, o con las apariciones de algunos ministros en TV o en ceremonias de diversa índole.

Mientras tanto, proliferan curanderos que ofrecen brebajes milagrosos, incluidos agentes químicos peligrosos para la salud como hidróxido de sodio (soda cáustica) o hipoclorito de sodio (lejía), que se suman a los vendedores de ivermectina y de pruebas rápidas sin autorización. Dado que la población no cuenta con información clara sobre la enfermedad y su tratamiento, está siendo presa fácil de los charlatanes.

La situación se agrava porque ciertos servidores públicos también promueven esas falsas curas.

Algo similar está ocurriendo con la anunciada vacuna rusa, que ha provocado más dudas que expectativas debido a su desprolijo proceso. El gobernador de Arequipa –que ahora afirma que la carne de llama combate el virus– y el alcalde de Moche han dicho que le han solicitado al mismísimo Vladimir Putin dosis para sus jurisdicciones.

Es claro que ellos no pueden adquirir vacunas COVID, ¿pero lo saben arequipeños y mocheros? ¿Ha hecho algo el Minsa para contrarrestar esa desinformación?

La alarmante ausencia de una estrategia de comunicación también se observa en las declaraciones oficiales. Hay muchos ejemplos: el titular del Minagri dijo que el reglamento del FAE-Agro saldría en dos días, pero el MEF lo aprobó luego de un mes; la del Minsa afirmó que se reemplazarán las pruebas rápidas por las moleculares, pero el premier anotó que no es momento de masificarlas. Esa nula claridad resalta en acciones como el reparto de bonos, y la confusión resultante termina en aglomeraciones afuera de los bancos.

Otro síntoma de esa ausencia es la escasez de data real y desagregada sobre el Covid-19 y sus efectos, tanto sanitarios como socioeconómicos, así como los frecuentes saludos a la bandera, en especial los referidos a aportes de la ciencia nacional, que siguen enfrentando incomprensibles trabas burocráticas. Diez congresistas de diversas bancadas han propuesto una mesa de trabajo para implementar “una verdadera campaña nacional de comunicación social”. Dado que su popularidad está en caída y ya no puede pelearse con el Congreso, Vizcarra haría bien en convencerse de que ahora toca combatir la desinformación.

SUMILLA: “La alarmante ausencia de una estrategia de comunicación también se observa en las declaraciones oficiales”.