(Foto: Difusión)
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CRISIS POLÍTICA. Luego de conocidos los audios que presentó el congresista , desde esta columna señalamos que primero se requería investigar y, además, “una respuesta clara del presidente”, quien haría bien en “presentarse ante una comisión, de tal manera que pueda responder preguntas y repreguntas para que la población no tenga dudas de lo acontecido” (Gestión 11.09.2020). Asimismo, hicimos una relación de las dudas que debían ser despejadas (Gestión 15.09.2020).

Ayer, eldecidió no admitir la medida cautelar planteada por el Ejecutivo y que buscaba impedir que se diera la sesión donde se debatirá la moción de vacancia presidencial planteada por el Congreso. Si bien hasta el cierre de esta edición se desconoce si el presidente asistirá a la sesión, lo que correspondería es asistir.

Primero, porque no puede desligar la responsabilidad que le compete en la crisis generada. Más allá de que la actuación del Parlamento no sea la adecuada o de que realmente exista un complot para vacarlo, si no existiesen los audios de nada valdría lo que los legisladores quisieran. De igual manera, aunque pudiera ser una traición que su personal de confianza lo grabe, si el contenido de esos audios no fuera, por lo menos, cuestionable (ponerse de acuerdo para mentir en una investigación), de poco servirían las grabaciones.

Segundo, porque la bandera enarbolada por su gobierno ha sido la de la transparencia y la lucha contra la corrupción, y al escabullir las explicaciones que el país necesita, lo que demostraría el mandatario es que pregona exigencias para que se aplican solo a otros, pues a quienes forman parte del Gobierno se les mide con diferente vara.

El presidente de la República le debe explicaciones al país, el cual está representado por el Congreso que es elegido en elecciones generales. Sin importar quién ocupe el cargo de presidente o quiénes sean los legisladores, se trata de instituciones, y así lo ha entendido también el TC al negarle la medida cautelar.

Más allá de la crisis actual y de lo inconveniente de aprobar una vacancia, si alguna lección debe quedar de estos últimos cinco años -uno de los más difíciles del Perú-, tanto por Kuczynski como por Vizcarra, es que hay que ser inflexible con la actuación de los políticos, sea quien sea. Y así como la institución de la presidencia o el Parlamento deben tener ajustes, lo mismo debe ocurrir con otras como el Ministerio Público, el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas. Al próximo Gobierno y Parlamento les tocará ponerle el cascabel al gato.

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