Minería. A muchos se nos relató, siendo escolares, la fábula de Esopo “La gallina de los huevos de oro”, cuya moraleja es que una fortuna se puede perder si se toman decisiones no meditadas, inducidas por la codicia. Quizás cuando era profesor, el presidente Pedro Castillo se la contó a sus alumnos. En el Perú, la gallina no solo pone huevos de oro, sino también de cobre, plata, zinc, estaño y otros metales. Y es necesario “criarla” bien –confiarla a manos especializadas que puedan destinar recursos financieros, humanos y tecnológicos– y asegurar que nadie la matará –que exista estabilidad jurídica y política–.
Este no es el primer Gobierno que pone en riesgo la actividad minera con discursos o acciones, pero es el que la está aporreando con mayor vehemencia, a pesar de que no lleva ni medio año en el poder. El intento del MEF por elevar los tributos que pagan las empresas mineras, que el Congreso le denegó, era la manera más fácil de incrementar la recaudación y, de manera indirecta, apuntalar el gasto corriente (más transferencias en forma de “bonos”) sin que comprometiese las metas de déficit fiscal. O sea, en lugar de diseñar estrategias para reducir evasión y elusión, se optaba por una salida que de todas maneras tendría buenos resultados.
Por su parte, la oposición de algunas comunidades no está centrada en aspectos ambientales sino crematísticos. Es el caso de Las Bambas, hoy paralizada. Y el Gobierno no parece interesado en ayudar a solucionar el problema, sino en agravarlo. Que el propio ministro de Energía y Minas justifique los bloqueos de carreteras (que es un delito) por la “intransigencia” de las empresas, suena más a agitador antiminero que a promotor de la actividad. La economía de Apurímac, donde se ubica Las Bambas, parece no importarle a nadie en el Ejecutivo.
En suma, aunque no están matando a la gallina, sí están tratando de desplumarla sin tener en cuenta que esa inestabilidad y hostilidad alejará las inversiones mineras. El BCR proyecta que estas crecerán 3.4% el 2022, pero caerán 16.9% el 2023, y que la producción avanzará 5.9% y 8.4%, respectivamente. Para el próximo año, solo figura la puesta en operación de un proyecto grande: Quellaveco, en Moquegua (si el Gobierno y los antimineros lo permiten). Mina Justa, en Ica, comenzó a producir en julio, y ya sufrió su primer bloqueo de vías, aparentemente azuzado por gente que no era de la zona. Si cae la inversión minera, la producción de metales a mediano y largo plazo se contraerá, lo mismo que la recaudación. Y Esopo tendrá razón.