(Foto: Difusión)
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DESAFÍOS. El flamante ministro de Educación, , formó parte del equipo de asesores que apoyó en el diseño de la reforma universitaria, que vio la luz en el 2014. En esas épocas, el Congreso solía consultar a expertos para legislar, pero ahora el grueso de proyectos de ley ni siquiera cuenta con análisis o informes técnicos. En materia educativa, el actual Congreso ha estado promoviendo proyectos de ley que en lugar de reforzar la reforma educativa, la debilitan: desde la fallida creación de una entidad que supervise a , pasando por el bachillerato automático y el establecimiento de nuevas universidades públicas, hasta la reposición de profesores que no aprobaron los exámenes de convalidación (dejada sin efecto ante la lluvia de críticas).

Cuando aún no era ministro, Cuenca se refirió a algunas de esas iniciativas y ofreció alternativas, como suspender los plazos de entrega de la tesis para bachillerato, una salida sensata que no vulnera la . También ha sido un férreo defensor de Sunedu, y si recordamos que en su discurso de investidura el presidente prometió fortalecer esa agencia, habrá que estar seguros de que no habrá ninguna “segunda oportunidad” para los establecimientos que no han obtenido licenciamiento. Una primera tarea será impulsar la extensión de la moratoria para la creación de universidades y filiales, que venció en abril pasado.

Además de contrarrestar el asedio a la reforma universitaria –no hay que descartar nuevos embates–, Cuenca deberá lidiar con los problemas que la pandemia ha creado en su sector. El más grave fue la suspensión de las clases presenciales, que amplió la brecha de acceso a la educación escolar y que el Gobierno de intentó cerrar con las tablets, un proceso que adoleció de errores y demoras. Poco más de 200 colegios ya han reiniciado clases presenciales, lo cual indica que la solución tendrá que ser diferenciada, según la realidad de cada localidad frente al covid-19.

Hace unas semanas, Cuenca dijo que una lección que ha dejado la pandemia es que “no podemos seguir postergando decisiones pendientes” en el sistema educativo”, sobre todo las relacionadas con las desigualdades, y recordó que si bien este año 300,000 escolares dejaron de estudiar, ese número fue más o menos similar en el 2019, cuando no había virus. Señaló que se tienen que repensar aspectos como el número de horas lectivas, aforo y mejorar la infraestructura sanitaria de los colegios. Ahora, sus recomendaciones se han convertido en desafíos.

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