Palacio de Justicia. (Foto: USI)
Palacio de Justicia. (Foto: USI)

REFORMA JUDICIAL. La división de poderes en el Perú implica contar con tres áreas independientes, pero complementarias entre sí, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Los dos primeros son elegidos por votación general y se renuevan cada cinco años. Sin embargo, en el caso del Poder Judicial la población no tiene injerencia en su designación y, salvo el caso de los miembros del Tribunal Constitucional —que deben cambiar cada cinco años—, la renovación no está asegurada.

Quizás allí radique algunos de los mayores problemas que se suscitan. En materia de justicia, los involucrados son varios, están los procuradores, los fiscales que integran el Ministerio Público, el Poder Judicial en sus distintas instancias y el Tribunal Constitucional que es el órgano más alto de control. Lamentablemente, cada uno de estos estamentos ha demostrado falta de capacidad en más de una oportunidad. Los ejemplos sobran.

En materia de terrorismo, la noticia de que los cabecillas Osmán Morote y Margot Liendo hayan sido liberados con orden de arresto domiciliario indigna a la población. Sin embargo, este hecho es resultado tanto de la demora del propio Poder Judicial —que luego de 14 meses no es capaz de terminar el juicio por el caso Tarata contra los autores mediatos del mismo— como de la inacción de los fiscales y procuradores que no impugnaron a tiempo el fallo del año pasado que ordenó el arresto domiciliario. El excesivo nivel de formalismo y burocracia que muestran los operadores judiciales no se condice con la necesidad de justicia que requiere el país.

En materia de corrupción, el caso de Alejandro Toledo aún se encuentra en investigación preparatoria al igual que la situación de muchos otros involucrados donde la acusación fiscal aún está pendiente.

Los procuradores, el fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, e incluso el presidente del Poder Judicial son muy dados a las cámaras y a hacer declaraciones públicas que más parecen de nivel político y no técnico, pero ayer, cuando las papas quemaban, brillaron por su ausencia.

Un verdadero cambio requerirá repensar la organización del Poder Judicial, pues aun respetando los tiempos de los procesos, el accionar de todas las instancias es muy lento. Además, es necesario eliminar la corrupción que también los afecta internamente y asegurar una renovación de mejor nivel de sus integrantes. De lo contrario, poco podrá cambiar en el país.