TRAGEDIA.El incendio ocurrido en Villa El Salvador repite un esquema que, lamentablemente, ya es común en el país: un alto número de afectados, ningún responsable directo y varias irregularidades que salen a la luz solo después de ocurridos los hechos.

La reacción de las autoridades también es la misma: frente a un accidente mortal (sea en bus, hamburguesería, cisterna de gas, incendio, etcétera) salen a indignarse, toman alguna acción más populista que eficaz (como clausura de locales) y prometen cambios que luego olvidan hasta que ocurre el siguiente desastre.

En el caso específico de Villa El Salvador, la suma de irregularidades detonó la tragedia. Los vecinos tenían meses denunciando ante la municipalidad el mal estado de la pista, la cual ocasionó otros accidentes y nadie se hizo cargo; el alcalde del distrito culpa ahora a la gestión anterior, omitiendo que era liderada por su hermano. El chofer de la unidad tenía 83 papeletas y seguía circulando sin problemas. Y la cisterna en el 2018 —trabajando de manera informal— tuvo una fuga de gas similar a la ocurrida el jueves pasado que, gracias a la acción de los bomberos y a que sucedió en una zona no urbana, no llegó a mayores. En setiembre del 2019, Osinergmin formalizó el vehículo a base de información documentaria y de la inspección realizada por Marine Consultants SAC, una empresa de inspección acreditada ante Inacal que tendrá que sustentar por qué en menos de cuatro meses el vehículo falló. La empresa de transportes, cuyo local no tenía licencia de funcionamiento, también deberá mostrar evidencias de que verificó el buen estado del camión.

Deja una mala sensación saber que, sin importar la legislación existente, ninguna autoridad se hace responsable por su cumplimiento. No se trata de dar más normas sino de asegurarse de que estas se cumplan. Los ciudadanos somos testigos de sobra de la informalidad y de cómo, por ejemplo, la revisión técnica vehicular se ha convertido, en varios casos, solo en un saludo a la bandera. ¿Quién fiscaliza al fiscalizador?

Si algo se puede rescatar después de lo sucedido es la labor de los bomberos que atendieron el incendio, los médicos y enfermeras que han pasado horas tratando a los pacientes y la respuesta solidaria de los peruanos que acudieron ante el llamado de la donación de sangre. Sin embargo, esta tragedia pudo evitarse. ¿Ahora quién es el culpable?