Titular de Produce también le pidió a Chile dejar de lado la pretensión de llamar pisco a su aguardiente de uva. (Foto: GEC)
Titular de Produce también le pidió a Chile dejar de lado la pretensión de llamar pisco a su aguardiente de uva. (Foto: GEC)

PISCO. Tratando de “solucionar” el conflicto que internacionalmente mantienen el Perú y Chile respecto al pisco, el ministro de Agricultura chileno, Antonio Walker, propone “complementarnos y reconocernos a ambos para no judicializar la entrada del pisco peruano y chileno en cada uno de los mercados”, esta idea tan simplista evidencia un desconocimiento —real o interesado— respecto a las claras diferencias entre el pisco y el aguardiente chileno.

La denominación de origen no solo se debe a un espacio geográfico sino además a un proceso, y es allí donde radican las diferencias más notorias, pues mientras el pisco es destilado de mosto (jugo de uva) el aguardiente chileno utiliza orujos de uva y agrega a su mezcla agua y azúcar. Este simple hecho hace imposible que se pueda compartir una denominación de origen cuando queda claro que se trata de dos productos completamente diferentes.

Lo cierto es que la declaración de Walker parece más un intento de calmar las aguas al interior de su país que una propuesta sería, pues no hay ningún pedido oficial, y el ministro de Agricultura peruano no es el competente para ver el tema. Pero lo que no deja de ser cierto es que luchar por la denominación de origen no es fácil, sobre todo por el tiempo que se demoró el Perú en defender su bebida bandera. Debido a este descuido, Chile ha conseguido que más de 50 países dejen ingresar su aguardiente con el nombre de pisco. Aunque el Perú ha logrado lo mismo en 70 países, varios de ellos permiten que ambas bebidas se comercialicen con el mismo nombre y el Perú tiene un largo trabajo para conseguir el reconocimiento “exclusivo” de la denominación de origen.

Pero esta labor no solo debe quedar en manos del Estado, los productores de pisco deberían ser los más interesados en ingresar siempre con la denominación de pisco y negarse a exportar a los países que no le permitan hacerlo. Asimismo, tendrían que insistir en que se sancione y se publicite a las empresas que no cumplen con los requisitos establecidos en la denominación de origen pisco y que por tanto venden un producto de inferior calidad. Logrando un estándar mínimo de calidad será más fácil demostrar las claras diferencias entre el pisco y la bebida chilena y lograr que Chile se vea obligado a vender su producto como lo que es: aguardiente de uva.