COMERCIO. Tras una serie de idas y venidas, Estados Unidos y China lograron recientemente un acuerdo comercial que pone, por lo menos por ahora, una tregua a una disputa que ensombreció las perspectivas de la economía mundial.

El llamado acuerdo de Fase 1 incluye el compromiso de China de incrementar en US$ 200,000 millones sus compras de productos estadounidenses, entre productos agrícolas, manufacturas y servicios. En tanto, Estados Unidos desistió de imponer una nueva ronda de alza de aranceles a productos de tecnología chinos y se comprometió a reducir a la mitad un alza de tarifas decretada meses antes a productos chinos por US$ 120,000 millones.

Sin embargo, el pacto no incluye el retiro de una tarifa de 25% que impuso el gobierno de Donald Trump a productos chinos por US$ 250,000 millones y tampoco se incluye que China retire la imposición de aranceles a productos agrícolas estadounidenses.

Pese a que Washington ve como un triunfo el acuerdo inicial, justamente esas exclusiones despiertan dudas sobre la magnitud de los logros. Y es que el mantenimiento de algunas de las tarifas impuestas, tanto por China como Estados Unidos, seguirán impactando en el comercio mundial mientras se negocia la Fase 2, la siguiente parte del acuerdo firmado este mes. Aquí surgen más dudas sobre la consecución del siguiente paso, dados los temas más complejos que quedarían por negociar. Entre ellos destacan el tema de empresas estatales chinas, tecnología o ciberseguridad.

Ahora que se firmó el acuerdo Fase 1, los mercados, entre ellos los de los metales, seguirán al ritmo de las negociaciones de la Fase 2, y siempre con el riesgo de que las tensiones aún pendientes en China y EE.UU. (el tema de Hong Kong, por ejemplo) puedan dañar la tregua comercial. No obstante, la proximidad de las elecciones presidenciales norteamericanas y la evidente desaceleración del gigante asiático pueden ser factores que impulsen las tratativas comerciales.

Por ahora, la firma de la Fase 1 es una buena noticia para la economía mundial al empezar el 2020, y ayuda a despejar las incertidumbres para este año, para el cual el FMI acaba de reducir nuevamente sus pronósticos de crecimiento. Eso si es que Trump no abre un nuevo frente en sus disputas comerciales.