Catedral de Lima en la Plaza de Armas de la Ciudad.
Catedral de Lima en la Plaza de Armas de la Ciudad.

ANIVERSARIO. Lima, la Ciudad de los Reyes, y que alguna vez se llamó Ciudad Jardín, cumple mañana 485 años, pero aún está muy lejos de ser la metrópoli que los vecinos de la capital reclaman y que el país necesita. El actual alcalde, Jorge Muñoz, asumió su mandato hace poco más de un año con expectativas muy altas de los limeños sobre lo que sería su labor. Seguridad, transporte y lucha anticorrupción eran los tres temas en los que la ciudadanía le pedía enfocarse, sin embargo, los avances han sido dispares.

En materia de transporte, el alcalde puede mostrar el plan de “pico y placa”, que aun con críticas funciona desde hace seis meses. En cambio, en el tema del tránsito, una responsabilidad que ha quedado en sus manos, los avances son mínimos. Esto lo recuerda también The New York Times que, aun cuando elige a Lima entre los 52 lugares para visitar este año, destaca sus “embotellamientos”. Las coordinaciones con la ATU tendrán que mejorar para tener resultados sostenibles.

En cuanto a la seguridad, si bien el municipio no es el Ministerio del Interior ni la policía, tampoco se han visto grandes esfuerzos por mejorar la capacidad del serenazgo o trabajar de manera preventiva en la recuperación de lo que la Policía considera las zonas más peligrosas de la ciudad. Es verdad que los problemas que arrastra la capital desde hace varios años no se pueden resolver en corto tiempo, pero el burgomaestre ya perdió un cuarto de su mandato.

La seguridad y el transporte no son los únicos problemas que enfrenta la ciudad, la limpieza, el comercio ambulatorio y la revalorización del patrimonio histórico también deberían formar parte de la preocupación del alcalde, no en vano en la prensa internacional también se menciona a los “barrios ruinosos” como parte de los puntos negativos de la ciudad.

Desde esta columna tampoco dejaremos de insistir en que Lima necesita un plan de desarrollo urbano que se respete y no cambie con cada alcalde, el crecimiento de la ciudad es inevitable, pero que este crecimiento sea ordenado y generando el menor impacto depende de sus autoridades. Todo no puede quedar en manos del burgomaestre de Lima, pero de él depende trabajar de manera coordinada con todos los alcaldes de la ciudad para que cada cual no crea que es dueño absoluto de una parte de Lima, sino que entiendan que el esfuerzo de cada uno llevará a que la capital del Perú sea amigable para todos.