Martín Vizcarra, en su mensaje a la Nación por 28 de julio del 2018, confirmó que buscaría un referéndum para cambiar la Constitución. (Foto: Andina)
Martín Vizcarra, en su mensaje a la Nación por 28 de julio del 2018, confirmó que buscaría un referéndum para cambiar la Constitución. (Foto: Andina)

EXPECTATIVAS. En su mensaje por Fiestas Patrias del año pasado, el presidente Martín Vizcarra sorprendió a todos cuando anunció que convocaría a referendo para que los electores decidiesen sobre un tema de reforma judicial y tres de reforma política. En ese entonces, tenía a su favor el enorme descontento de la población con el Congreso y con la corrupción, tras el destape de los audios de los “cuellos blancos”.

Pero también contaba con esperanzadoras cifras macroeconómicas. Ese mes, se dio a conocer el fuerte crecimiento del PBI de mayo, que había replicado al de abril. El entusiasmo fue tal que el MEF hablaba de “redinamización” de la economía y el BCR resaltaba las señales de una reactivación. Factores como el aumento de la inversión privada, así como el impulso de la inversión pública a través de la reconstrucción y las obras para los Panamericanos y Parapanamericanos reforzaban ese argumento.

Pero la algarabía fue efímera, pues la economía volvió a enfriarse, y aunque hubo un ligero rebote en el último trimestre del 2018, entre enero y mayo de este año el PBI apenas creció 1.45%. La inversión privada está en retirada y la pública no levanta cabeza, y ya no será posible intentar mejorar las expectativas apelando a las obras para los juegos deportivos –que se inauguran el viernes–. Por su parte, la reconstrucción ha pasado al olvido.

El descontento con el Congreso continúa, en especial con el fujimorismo y sus asociados, y la corrupción ha vuelto a desplazar a la inseguridad como el principal problema del país. Pero es dudoso que otro anuncio de referendo o de cuestión de confianza tenga efectos duraderos en la popularidad presidencial, ya que la última acción similar solo la mejoró un mes. Lo que está por verse es cómo reaccionará Vizcarra al contenido de la reforma política que está aprobando el Congreso.

Lo que el presidente y sus asesores –imaginamos que en ese grupo figuran el primer ministro y el titular del MEF– deben evaluar es la importancia de que el mensaje del 28 de julio tenga un fuerte componente económico. La sensación de la opinión pública de que no se está haciendo nada en ese frente va en aumento, y con justa razón.

No bastará con asegurar que el PBI se recuperará este trimestre, ya que será gracias al efecto estadístico, ni con recitar cifras millonarias de megaproyectos futuros, sino que habrá que aterrizar el mensaje para que las expectativas no sigan deteriorándose. Los empresarios esperan medidas sectoriales para reactivar la economía y promocionar la inversión. Las personas esperan mejorar su situación laboral. Es complicado, pero el presidente ya sorprendió hace un año. Ojalá lo vuelva a hacer.