Editorial de Gestión.
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CONFIANZA DEL CONSUMIDOR. Si las proyecciones económicas para este trimestre y el próximo año son tan alentadoras, y sectores no primarios como la banca comienzan a seguirle los pasos a la construcción en su salida del enfriamiento, ¿por qué la opinión pública no deja de lado el pesimismo? El Índice Nacional de Confi anza del Consumidor (ICC) de la encuestadora GfK registró en noviembre su noveno mes por debajo del umbral optimista y en los dos en que superó ese límite –abril y octubre– lo hizo “raspando”: con las justas a un punto de los 100 que demarcan la tendencia positiva de la negativa.

Existen dos motivos que explican esta persistente desconfi anza, uno económico –sobre todo laboral–, y el otro político, si así puede llamárseles a los pleitos, indefi niciones, manejo defi ciente y actitudes cuestionables de quienes conducen el país en el Ejecutivo y el Legislativo. Si se creía que la clasificación al Mundial de Fútbol iba a producir una renovación de la confianza, pues la realidad ha mostrado que una noche de alegría generalizada no se tradujo en expectativas esperanzadoras para el futuro inmediato.

Por el lado económico, la recuperación todavía no alcanza a la manufactura no primaria ni al comercio, entre otros sectores que generan puestos de trabajo relativamente bien remunerados y formales. Además, el empleo adecuado se encuentra casi estancado y lo que está creciendo es el subempleo, y es imposible esperar que las personas que reciben una remuneración que no cubre sus necesidades –o que no pueden laborar todo el tiempo que quisieran– perciban que su situación económica es alentadora.

Solo Lima es optimista. El resto del país vive desencantado, sobre todo el norte, cuya confi anza no deja de deteriorarse a medida que el Gobierno sigue haciéndole largas a la reconstrucción. El pesimismo prima en los NSE D y E, que son los que sufren con más fuerza los efectos del empleo inadecuado y del desempleo. El impulso fiscal comenzó con demasiado retraso y dado que el mayor gasto público demora en trasladarse al empleo, el 57% percibe que el Gobierno no está tomando medidas para reactivar la economía.

Por el lado político, habría que considerar que la sensación de hartazgo ocasionada por un Ejecutivo débil y un Congreso obstruccionista también está jugando en contra del optimismo.

Solo si los avances en materia económica se consolidan y trasladan a todos los sectores, la confi anza podría recuperarse. Ello es el principal reto para el Gobierno en el corto plazo.