(Foto: USI)
(Foto: USI)

EL CORTO PLAZO. Cumpliendo con lo ofrecido luego de conocidos los resultados del referéndum, el presidente Martín Vizcarra planteó, en un mensaje a la Nación, cuáles serán los pasos que seguirá el Ejecutivo a partir de ahora. Sin duda, su discurso responde a un enfoque político, y fue allí a donde enfiló sus baterías y dio varias explicaciones detalladas. Sin embargo, cuando se refirió a los temas económicos, esa claridad brilló por su ausencia.

Mientras en lo político se plantearon propuestas concretas, incluso con el proyecto de Ley Orgánica de la Junta Nacional de Justicia, listo para ser presentado, en el campo económico, el mandatario optó por las generalidades y evitó responder a las dudas generadas en los últimos días respecto al tema laboral. Ha tenido que ser el ministro de Economía quien saliera al frente para explicar algunos planteamientos que formarán parte del debate de una reforma laboral. Por ejemplo, el titular del MEF reiteró la posición del Ejecutivo de que no se reducirán las vacaciones, que la remuneración integral anual (tan reclamada por los empresarios) no generará gran cambio y que se busca que sea solo la indemnización y no la reposición la forma de resarcir un despido.

En general, en el tema económico, Vizcarra prefirió presentar un listado de proyectos de inversión pública que se realizarán en los próximos meses, sin mencionar en algún momento políticas públicas para generar mayor inversión privada. Pero más allá de su importancia, los proyectos que se financian con gasto fiscal no representan necesariamente un plan de trabajo. Es más, algunos de los anuncios parecían promesas de campaña, como la entrega de hospitales todas las semanas.

Si bien el mandatario inició con un discurso confrontacional con el Congreso, terminó buscando acuerdos y haciendo un llamado a acabar con los enfrentamientos. Este discurso ambiguo se refleja también en la relación tirante que mantiene con “su bancada” y no favorece el ambiente que se requiere para avanzar como país.

Martín Vizcarra incluyó a los empresarios en su mensaje y llamó a un diálogo para lograr hacer un país más competitivo. Si bien la búsqueda de acuerdos es importante, lo que se debe evitar a toda costa es el Síndrome del Acuerdo Nacional, es decir una buena foto, grandes discursos, pocos acuerdos y ninguna implementación. El diálogo no puede extenderse interminablemente, pues se vuelve estéril. Alguien tiene que asumir la decisión final y esa responsabilidad le corresponde al presidente y su Gabinete. Es bueno escuchar a todos, pero el Ejecutivo no debe olvidar que la obligación de actuar está en sus manos.