Economía peruana (Foto: USI)
Economía peruana (Foto: USI)

PERSPECTIVAS A MEDIANO PLAZO. Cuando la economía peruana retoma un ritmo de crecimiento aceptable, los gobiernos y congresistas de turno se sumen en la autocomplacencia y se olvidan de la necesidad de impulsar reformas estructurales. El PBI crecerá este año alrededor de 4% y pese a que no es una tasa muy alta –comparada con las de hace una década–, nuevamente nos encontramos ante el mismo desinterés.

El último informe de la calificadora Moody’s, además de mantener el rating de la deuda peruana en A3, indica que el actual crecimiento económico es más sostenible que la “frágil recuperación” del periodo 2015-16, porque está sustentado en el robustecimiento de la demanda interna y la inversión privada, pero también advierte que la ausencia de reformas importantes pesará sobre el crecimiento potencial, que la agencia calcula en 4% hasta el 2021. Esa tasa es inferior a la proyección del MEF en el Marco Macroeconómico Multianual 2019-2022, que también ha sido cuestionada por el Consejo Fiscal.

Moody’s destaca tres reformas críticas en el ámbito económico: laboral, previsional y tributaria. De la primera, pocos se atreven a proponer ideas que reduzcan drásticamente la rigidez de la contratación, mientras que sobre la segunda, la discusión no avanza más allá de qué hacer con el sistema público –que es financiado por los contribuyentes–, cuando lo que se requiere es reforzar el sistema privado. En cuanto a la tributación, aún no se descubre cómo reducir la informalidad.

Pero más allá del planteamiento de la calificadora, sobre el que coinciden analistas, bancos y otras agencias de rating, también está pendiente la aceleración de la inversión en infraestructura, que es vital para elevar la competitividad de la economía nacional, así como para mejorar el nivel de vida de la población. Por ejemplo, lo poco que se hace en infraestructura ambiental tiene efectos negativos sobre la salud.

Asimismo, las políticas de educación y salud continúan desalineadas, y aunque la primera funciona sobre la base de una reforma, la segunda continúa sin brújula. Por ejemplo, la reestructuración de la lucha contra la anemia, dictada en julio, no parece formar parte de una estrategia general. Todos estos temas conforman el listado del Plan de Competitividad, y han recibido el acuerdo casi unánime. Pero mientras no se comiencen a presentar y debatir propuestas, todo quedará en un muy buen documento.

No basta con mantener la estabilidad macroeconómica, pues si se hace muy poco para cambiar las estructuras socioeconómicas, el mayor riesgo que afronta el Perú es convertirse en una economía de bajo crecimiento.