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FISCALÍA DE LA NACIÓN. Hoy el fiscal Rafael Vela estará en Sao Paulo junto a los fiscales Germán Juárez y José Domingo Pérez, para interrogar, durante dos días, a Jorge Barata sobre las investigaciones que se siguen contra Ollanta Humala, Nadine Heredia y Keiko Fujimori. Esta importante acción por parte de la Fiscalía que servirá para contrastar las declaraciones dadas por Marcelo Odebrecht, se ha visto empañada por un error recurrente, que desde estas líneas (Gestión 24.11.2017) ya habíamos advertido: problemas de coherencia y errores de comunicación.

Si bien gran parte de la investigación debe llevarse de manera reservada y nadie espera que se divulgue la estrategia, es importante que el país conozca el esquema de trabajo, la metodología, los pasos que se van a seguir en la investigación y los plazos promedio, a fin de evitar especulaciones o la percepción de falta de avances en el proceso. Por ejemplo, si desde hace varias semanas (pues los pliegos de preguntas deben enviarse con antelación) la Fiscalía sabía que el interrogatorio de hoy y mañana a Barata solo sería por dos casos, ¿por qué se permitió que se especulara sobre sus respuestas respecto al caso PPK?, incluso el presidente de la República declaró que solo iría a la comisión Lava Jato, luego de las declaraciones que brinde Barata.

El fiscal Hamilton Castro, encargado del equipo especial para el caso Lava Jato, no puede moverse al vaivén de ningún interés, ni político ni de los medios de comunicación. Esta vez ha retrocedido ante la presión que enfrentó. Es así como recién después de que el fiscal Rafael Vela informara que el interrogatorio sería solo por dos casos, que Castro salió a dar alcances de su plan de acción, señalando que primero quiere entrevistar a Gerardo Sepúlveda (aunque recién ha realizado el pedido a Chile) antes de interrogar a Barata. Los mensajes ambiguos son los que más daño le hacen a una investigación que debería llevarse a cabo de la forma más transparente posible.

Lo más lamentable es que en todo este sainete el fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, no se haya pronunciado, dejando la sensación de que cada fiscal trabaja a su libre albedrío y olvidando que, como cabeza del Ministerio Público, le corresponde mantener un trabajo coordinado y evitar cualquier sensación de ambigüedad.

La poca claridad del fiscal Castro, sumada a la falta de mando de Pablo Sánchez, ponen un manto de sospecha sobre la imparcialidad e idoneidad de la Fiscalía que no le hace nada bien a las investigaciones. Se requiere un rápido cambio de actitud.