(Foto: Andina).
(Foto: Andina).

NO ES SOLO RUIDO. La del Congreso se formó para indagar sobre el presunto pago de sobornos que hubieran recibido los funcionarios peruanos de empresarios brasileños. Sin embargo, esta pretende tener un protagonismo político, más que abocarse a las investigaciones que le corresponden, porque considera que se encuentra por encima de todo como lo muestran las declaraciones dadas por su presidenta, , respecto a que cuentan con los mismos apremios que el Poder Judicial, es decir, solicitar allanamientos o el impedimento de salida del país —opinión desmentida por los constitucionalistas—.

Además, el acuerdo de citar a Nancy Lange, la esposa del presidente Pedro Pablo Kuczynski, si bien es legal, no fue una estrategia meditada, sino una forma de presionar al mandatario que se niega a acudir a dicho grupo de trabajo. Para lograrlo se aprovechó la propuesta apresurada de la parlamentaria Yeni Vilcatoma (a quien ahora no se le puede cuestionar nada). Estas actitudes ponen una vez más en cuestionamiento el accionar de este grupo de trabajo y comprueban la percepción del 73% de la población que considera que su labor es regular o mala, según la última encuesta de Pulso Perú.

A las recientes decisiones de la comisión, hay que agregar el comportamiento asumido por la bancada de Fuerza Popular, que en la voz de la congresista Karla Schaefer, ha considerado que PPK debería dar un paso al costado si las pesquisas del caso Lava Jato demuestran que tuvo participación en los actos de corrupción que cometió la empresa Odebrecht. Este tipo de actitudes merece una respuesta definitiva por parte del presidente. No basta decir: “No se puede permitir que algunos por réditos políticos amenacen esta democracia”, sino que se requiere despejar todas las dudas y aún no lo ha hecho.

En lugar de seguir con una discusión estéril sobre si el presidente responde en persona o por escrito las interrogantes de los congresistas, lo que la comisión Lava Jato debería hacer es apurar la lista de preguntas y establecer claramente que las respuestas del mandatario serán objeto de varias rondas de repreguntas hasta que las dudas existentes queden despejadas. El país necesita respuestas del mandatario, sin importar si son por escrito o no.

Hasta el momento, tanto la oposición como el Gobierno mantienen una beligerancia que sumado a los escándalos de Odebrecht generan que la población se sienta cada vez menos representada por ellos, lo que le terminará costando caro a quienes hoy en día tienen aspiraciones electorales para el 2021.

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