QUÉDATE EN CASA. Hoy se cumple el octavo día del aislamiento social obligatorio y el Gobierno, el fin de semana, remarcó que será más drástico en la aplicación de las medidas de confinamiento para derrotar al covid-19. La primera tarea que le corresponde al Ejecutivo es atender la salud de los peruanos y por eso la insistencia en que la población tiene que acatar las acciones adoptadas para vencer a la epidemia, por más duras que estas sean. Asimismo, el presidente Martín Vizcarra decidió hacer un cambio en el Gabinete, nada menos que retirando a la ministra de salud, Elizabeth Hinostroza, para reemplazarla por Víctor Zamora, especialista en salud pública. La decisión, si bien en parte ha sido cuestionada, debería servir para afinar la estrategia mejorando sobre todo la atención tanto de los que solicitan la prueba como de los contagiados. Un paso en ese sentido se logrará si se cuenta con la logística necesaria y eficiente para masificar las pruebas, lo que se obtendrá con los 1.6 millones de kits que se van a adquirir, de los cuales 200,000 corresponden al test molecular.

Simultáneamente a las medidas para detener y evitar el contagio hay que comenzar a delinear los pasos que se tendrán que dar luego que se ponga fin a la crisis sanitaria. Es probable que esta se extienda más allá del 30 de marzo si es que no se consiguen los resultados esperados. Pero aún si se consiguieran es previsible que volver a la normalidad no será de inmediato y se mantendrán todavía algunas restricciones y talvez hasta el confinamiento para ciertos sectores de la población. El propio mandatario advirtió que el retiro de la medida será gradual.

En todo caso, es momento de comenzar a proponer medidas que puedan ser eficaces en la etapa posemergencia. Es evidente que la economía saldrá muy golpeada, más aún si consideramos que el daño del coronavirus es a nivel global.

En esa línea resulta importante que los poderes del Estado que ahora están paralizados se sumen a esta tarea, pero sin aprovechamiento político. Por ejemplo, cabe preguntarse si resultaba imprescindible que todos los nuevos parlamentarios tuvieran que acudir al Palacio Legislativo para juramentar en momentos en que el pedido desde el Ejecutivo es “quédate en casa” y se debe evitar la aglomeración de personas —130 congresistas, bajo un mismo techo, sin contar asesores, es demasiado—. Esperar cinco días para suspender actividades tampoco fue la mejor decisión.

Si algo debe caracterizar a los nuevos legisladores es evitar la tentación de presentar proyectos de carácter populista que, si bien generan el aplauso en el corto plazo, en el largo plazo solo conllevarán mayores problemas para el Estado. Por ejemplo, tanto la CTS como los fondos del Sistema Privado de Pensiones son figuras creadas para cubrir situaciones específicas, en un caso es el desempleo y en el segundo la jubilación. Afectar estos fondos permitiendo su reducción anticipada, sin tener en claro su impacto, es un alivio momentáneo, pero a futuro generaran un problema mayor, que de una u otra manera luego se le exigirá al Estado cubrir.

En este momento sí se requieren iniciativas que ayuden, siempre y cuando tengan un verdadero análisis costo-beneficio y que quede claro que no se pone en riesgo la ya alicaída economía del país. Por ello, así como frente a la pandemia se escucha a los médicos, en especial a los infectólogos, también para las políticas públicas, como las vinculadas a la economía, será importante convocar a diversos estamentos de la sociedad.

Aunque lo primordial en este momento es ralentizar el nivel de contagio y atender a los contagiados, simultáneamente se puede convocar a especialistas que con el MEF, el BCR y la SBS a la cabeza, empiecen a evaluar los caminos y las políticas públicas que deberían seguirse pasada la crisis sanitaria, a fin de evitar en lo posible que esta se transforme en una crisis económica como la de 1998. En esa línea es importante que las autoridades económicas del país inicien contacto con organismos internacionales para aprovechar las líneas de crédito que se abrirán. Lo peor que pueda pasar es que lleguemos entre los últimos lugares de la cola. Para eso se requiere movilizar los contactos que tienen diversos funcionarios y ex funcionarios del país en el exterior.

Ya algunos gremios empresariales se han mostrado dispuestos a colaborar poniendo a disposición a sus especialistas. Asimismo, diversos “think thank” y analistas económicos ya emiten informes con recomendaciones que no hay que desperdiciar. Hoy es el momento de proponer y no solo de criticar. Quizás también sea el momento de formar un comité de crisis con participación pública y privada.

A inicios de este año ya se sabía que a partir del segundo semestre el calendario de las elecciones presidenciales y congresales para el 2021 iba a dominar la agenda. Hoy todo se ha trastocado por esta crisis sanitaria, por eso se requiere también la participación de las autoridades regionales y municipales y es inaceptable que, como ha revelado el mandatario, existan disputas sobre facultades y competencias entre algunas autoridades en momentos en que la rectoría de lo que se debe hacer para derrotar al virus debe estar en manos del Poder Ejecutivo por la dimensión y complejidad del problema.

Pero así como hay que convocar a diversas instancias de la sociedad, también es importante que la vocería del Gobierno tenga un mayor perfil que la actual, y que las explicaciones se coordinen previamente al interior del Gabinete antes que los ministros declaren. En los primeros ocho días de la emergencia se han percibido discrepancias en las respuestas ante los medios.

Finalmente, de nada servirá toda la labor que puedan desplegar las autoridades si todavía en la ciudadanía se siguen incumpliendo las medidas de aislamiento ordenadas. Eso solo generará, tal como lo adelantó el presidente Vizcarra, que la cuarentena se extienda. Es la hora de quedarse en casa y también de aportar.